lunes, 31 de agosto de 2009

UN SOLDADO DE VARIOS FRENTES


Luís Pazos es platense, periodista, escritor, poeta y político. Detrás de su mirada calma, se esconden varias historias. Un hombre que encierra muchos hombres y varios años de la realidad argentina. Miembro fundador del grupo Escombros en 1988, supo erigirse y denominarse como un "artista de lo que queda" y mostrar que se puede hablar de un arte como herramienta de crítica y denuncia social y también, a través de su actividad periodística, continuar en esa misma línea: "por la construcción de una democracia que cree almas libres, y no la democracia ficticia que tenemos desde 1983", aseguró a LA VUELTA AL MUNDO.


Nota para el curso de Hernán López Echague

"La línea que separa la política del arte es tan difusa que es imposible verla", Luis Pazos arroja la frase al pasar en una de las oficinas del diario El Día. Poco de arte hay en este cuarto; una luz oscura se refleja en la escultura en hierro cubierta de tierra; a su lado, asoma, desafiante, una gran biblioteca de algarrobo; una pila de diarios amarillentos en desorden tapa un puñado de libros que permanecen sin que nadie los lea. Luis llega caminando despacio, como si algo le pesara en los hombros; arrastra los pies y mantiene los ojos fijos hacia el piso. La sonrisa de niño con dientes desparejos convive con el respeto que sus colegas- aún en silencio- le profieren. Avanza por la redacción, cómodo, como pez en el agua, dentro del diario que lo vio dar sus primeros pasos. Detrás de su mirada eternamente acuosa y su tranquilidad aparente se esconde no solo un periodista, también el poeta, el escritor y uno de los principales fundadores del grupo artístico Escombros.

No habla mucho, su reino se eleva en los cuadernos de tapa dura que alguna vez usamos en el colegio. Ahí anota todo: alguna idea que se le cae, el sumario para llevarle al jefe de redacción a las cuatro de la tarde, las acotaciones que le hacen los cronistas jóvenes. Todo. A veces se cuelga y se pone a escribir alguna copla, algún poema de la vida, del amor, de la muerte. La muerte, algo a lo que siempre le tuvo miedo y ahora, con sus casi setenta años, le mete el pecho más que nunca; siente que ya no tiene nada que perder.

Quizás por eso los Escombros se autodenominan “artistas de lo que queda”, el grupo que surgió en 1988, años en los que ya denunciaban la “falsedad” de una democracia que comenzaba a gestarse; una democracia a la que se le cayó el velo en 1999 y que hasta ese entonces muy pocos hablaban. Y menos desde el campo de lo artístico. Hombres y mujeres de más de cincuenta años lo acompañan en una vanguardia en la que todos son sobrevivientes de la última dictadura militar. Luis se acuerda de esos años con nostalgia de su juventud y ánimo explorador. Esa etapa en la que se formó como profesional y donde ajustó las tuercas de su pensamiento.

Para él, la discusión de si el arte por el arte, o el arte y compromiso político, ya está saldada. "Toda obra de arte debe reflejar la realidad social y política que se está viviendo en el lugar en el que se desarrolla, desde una actitud crítica. Y está dirigida a ampliar o a modificar la conciencia del espectador. El arte es para hacer pensar; no sólo para gozar estéticamente, para brillar socialmente o directamente para hacer dinero, que son las opciones de arte que hay", para él el arte debe señalar los problemas, plantearlos; y aún llevando a cuestas el peso del disgusto con la política, cree que ésa es la materia que debe encargarse de pelear por el bien común de los ciudadanos. Algo que venga y de un sopetón cambie las cosas. Algo que permanezca en el tiempo. Que no sea volátil.

Lo único efímero es el arte que Escombros hace cuando monta, por ejemplo, obras hechas de cartón para que luego los cartoneros se los lleven; efímera es la vida para Luis y por eso siente la necesidad de eternizarse en cada cosa que hace. De allí nació la primera muestra que montaron bajo la autopista de Paseo Colón y Cochabamba, en San Telmo, en la que varias fotografías de cuerpos torturados eran expuestas a los ojos de cualquiera. Ellos decidieron correr el riesgo de parecer antidemocráticos porque cuestionar la tan esperada democracia durante los ochenta, sonaba a fácil gorilismo.

Un escritor sobre los escombros

La palabra escombros remite a una ciudad desierta, en ruinas; un edificio derrumbado en el que sólo las cucarachas se asoman como únicas sobrevivientes del desastre. Algo así se imaginaron de Argentina Luis y sus compañeros cuando pensaron el nombre del colectivo artístico. “Escombros surge porque veíamos al país destrozado y pensamos que el nombre duraría hasta en tanto y en cuanto las cosas mejoraban. Sin embargo no pudimos, hoy deberíamos llamarnos Lo Roto, Boludo”. Una risa tímida por la mala palabra utilizada y la bronca de lo dicho, lo toman por asalto; cuando habla de las consecuencias sociales que dejó la última dictadura militar, el genocidio, la tortura y el miedo, algo en el cuerpo pareciera presionarlo a la silla; esa silla que lo hace sentirse vivo y acá en la tierra, en su despacho del diario, trabajando todos los días en lo que más le apasiona, que es el violento oficio de escribir. “Trabajé en varios medios que, bueno, en algún punto apoyaron varias momentos políticos con los que yo nunca estuve de acuerdo. De alguna manera canalizaba a través de mis escritos, del arte, a través de Escombros. Tuve miedo a la pobreza, de no poder darle a mis hijos un futuro”. Roza la ambigüedad en un santiamén y trastabilla al contestar. Algo en su voz cambia cuando se asume sobreviviente de la vida y no sólo del golpe de Estado. El haber llevado dos vidas, dice, es ese peso que lo empuja al caminar. Haberse asumido como sobreviviente hizo que sólo se dedicara a eso, a sobrevivir.

Pero él no baja los brazos y alienta a todos a no hacerlo, a seguir luchando. Nunca su nombre fue sinónimo de miedo completo. Por eso se internó muchos meses en Catamarca para escribir “No llores por mí Catamarca”, libro que le mereció premios nacionales y que partió de la cobertura del caso María Soledad Morales. "Fue lo mejor que hice en mi vida, aún mejor que el grupo Escombros. Una experiencia de vida increíble, me pasó de todo, me rompieron a patadas, me tiraron tiros, pero había una causa justa", asegura el periodista con una sonrisa dolorosa. "La Catamarca en donde fue asesinada María Soledad se caracterizaba por ser una sociedad donde el rumor se identificaba con la verdad. Donde la amenaza era una metodología política. Donde el empleo público era una forma de dominación impuesta por el gobierno. Donde el poder político hacía gala del más crudo nepotismo. Donde los hombres de ese poder tomaban decisiones en un prostíbulo", relata la contratapa de la novela periodística que escribió en colaboración con Alejandra Rey.

Hoy se considera el “entrenador” de los cronistas jóvenes del diario EL Día. “En la calle está todo, por eso yo los mando ahí”. Levanta sus banderas de autodidacta con orgullo. También levanta despacio su leve cuerpo, se prepara un café espresso y lo trae, tembloroso, a la mesa de vidrio vigilada por aquella escultura desvencijada. Entre sorbo y sorbo cuenta que además de continuar escribiendo para el colectivo de arte está desarrollando su faceta como poeta; faceta que había guardado en un cajón de su casa allá lejos y hace tiempo.

Pazos permanece tranquilo mientras, al lado, en la redacción, los periodistas trabajan con la presión del día: que gripe A, que robo allá, que elecciones acá; Luis no presta atención, se entrega a la nota como quien se arroja a los brazos de una novia enamorada y recuerda a una morocha que conoció en un viaje a Cuba, María de los Milagros y sus enormes caderas, recuerda los boleros que bailó, las bebidas que tomó, y su admiración por el Che Guevara. Recuerdos que lo definen como un tipo multifacético.
Porque Luis Pazos es un soldado de varios frentes.

viernes, 28 de agosto de 2009

La Dama del Rock


Andrea Álvarez, la mujer cuyo nombre el rock ha pronunciado muchas veces, vuelve a las pistas con disco nuevo. Con la producción de Jim Diamond (productor de los White Stripes, entre otros), “Doble A” se incluye en las bateas con un sonido más crudo que las producciones anteriores.

Por Guillermina Watkins

Como si estuviese recargada con las mejores pilas, Andrea Álvarez recibe a Lavueltalmondo en los interiores de la sala de ensayo Cucamonga del barrio del Abasto. El lugar, una casona antigua llena de afiches, pareciera ser el lugar elegido por los bateristas. Al entrar, el sonido de un bombo en negras es lo que más se escucha; tres bateristas ensayan, a la vez, en diferentes cuartos. De pronto un poco de silencio –de una pieza ya no se escucha más nada- y Andrea que sale de la primera sala apurada, pero con una sonrisa enorme.

Le pregunto por el rock en su vida. Llama la atención encontrar una mujer música al cien por ciento. Ella es puro rock. Pertenece a una de las generaciones de músicas que supo recuperar las raíces de aquellos hombres del rock de los setenta e innovar en el campo estético. Para Andrea no quedaba otro camino: ya desde chica su curiosidad musical le fue marcando un destino.

Niña prodiga del rock, Andrea fundó junto a María Gabriela Epumer y Claudia Sinesi la primera banda de rock de mujeres: Rouge. Un gesto provocativo durante la vuelta de la democracia que devino luego de años, en Las Viudas e Hijas de Roque Enroll. También compartió escenario y participó en varios discos de artistas como Charly García, Divididos, Soda Stereo, David Lebón, Los Tipitos, Attaque 77, Los Brujos, Baglietto, entre otros, como baterista o percusionista.

Ahora, en épocas donde vivir del arte en Argentina resulta una empresa un tanto complicada, Andrea se dedica pura y exclusivamente a su música. Afianzada con los músicos que actualmente la acompañan (Nano Casale en bajo y Mauro Quintero en guitarra), el trío de power rock está presentando su nuevo disco en el país y en América Latina. Para la baterista, cantante y compositora, “este nuevo disco es uno de los mejores que he hecho. Siento que produjimos una música nueva, moderna, por la estética musical. Muchos piensan que somos músicos D-modé y sin embargo estamos acá y nadie ha hecho lo que estos músicos D-modé continuamos haciendo”, declara desafiante.

Después de un disco producido “desde el dolor”, como afirma la mujer de rulos haciendo referencia a su disco anterior “¿Dormís?”, “Doble A” aparece como un disco fuerte, rockero, que recupera de manera integral las influencias históricas en la compositora argentina. Un poco de música negra, un poco del rock más clásico y hasta varias pizcas del pop más tradicional, conviven en el sonido “roto” que pudieron lograr gracias a la estética que le imprimieron los productores Emilio Haro y el norteamericano Jim Diamond.

“Lo mejor fue trabajar con ese sonido que no existía hasta entonces en el rock argentino. Gracias a Jim pudimos lograr el sonido que siempre quise: rockero, roto, pesadito. Además él no conoce otro sonido, entonces nos entendimos enseguida”, agrega Andrea mientras deja escapar su gran sonrisa. Cuenta que al trabajar con Diamond la influencia fue recíproca tanto que el productor norteamericano terminó comprándose discos de Pescado Rabioso, Manal, Los gatos y se los llevó a tierras norteamericanas.

Lección de rock

Andrea se despierta temprano y todo su día está relacionado a la música. Da clases, ensaya con la banda, practica batería, percusión, composición, canto y guitarra. Su faceta poli instrumental es parte de un objetivo a futuro: hacer shows donde pueda acompañarse con otros instrumentos y lograr una amplitud total. Pero, como si fuera poco, la interminable tarea de los músicos no se termina nunca. Ella también es una gran buscadora de estilos y nunca deja de escuchar música y discos nuevos para estar siempre al día.

Para ella, quien asegura que el rol de la mujer en la música popular fue siempre la de acompañar a los hombres y, en el caso de ser el alma creativa “bancarse la soledad”, el éxito le llegó demasiado tarde. “Esto que me pasa hoy debería haber pasado hace diez años. Pero bueno, en aquel entonces no contaba con los recursos que hoy sí y por eso “Doble A” también marca una etapa. Estoy muy contenta con este disco”.

Cuando habla de los músicos jóvenes algo la inquieta. No puede creer cómo en éstas épocas donde todo está al alcance de la mano gracias a internet, los jóvenes estén dispersos. “Veo que hay una división en los chicos: los que tienen mejores ideas por ahí no tocan muy bien y no ejecutan su instrumento como debieran. Además a veces veo que no tiene conciencia musical. Y los que tocan muy bien, generalmente, no tienen ideas nuevas. En los años del Flaco y en los míos, no existía la posibilidad de meterse en acordes.com, entonces creo que todo lo que hicimos debe ser rescatado por las nuevas generaciones”.

Tanto ella como María Gabriela Epumer se dedicaron durante toda su carrera – y Andrea también se enteraba gracias a su amiga durante los años que se dedicó a criar a su hijo- a buscar bandas de mujeres. “A Gabriela siempre le llamó la atención de las pocas mujeres que habían en el rock. Nosotras fuimos las que “guadañamos” el camino para que las demás pudiesen entrar, pero no a todas les gustó el rock”, agrega la compositora de “Doble A”.

No por ser mujer todas las bandas de chicas le gustan. A muchas las ve “dormidas” y, para que algo la conmueva, tiene que tener un grado de originalidad nunca antes escuchado. Bjork, Fionna Apple, Pj Harvey y, sobre todo, Joni Mitchell, “la señora del rock”, son sus grandes íconos musicales. También está la admiración por Jack White, que según ella es el mejor músico actual de la música contemporánea, y Jony Spencer.

“Tengo que sentir que pasa algo con la música porque hoy en día está todo hecho. Pero siempre hay algo que rompe, que innova, que aporta y agrega. Aunque veo que a la juventud le falta lo lúdico, la necesidad de la búsqueda y la experimentación son inherentes a la edad que están viviendo. Si vos querés hacer rock no podés desconocer a Moris o a Los Gatos. Yo le explico a mi hijo que tiene 13 años, cuando vemos algún video de Woodstock y nada le parece novedoso, que esa gente que él ve, esos tipos tirados de pelo largo, no existían antes”.

Esa enseñanza que Andrea le da a su hijo es la enseñanza misma del rock. El rock, como algo que cae desde algún lado, como una aplanadora, como un meteorito de poder que se escapó del cielo y aplasta la cabeza de los que estaban dormidos hasta entonces.

jueves, 20 de agosto de 2009

Los Detectives Salvajes: Toda poesía es política, toda poesía es pública, toda poesía es"



Juan Aiub y Julián Axat, suerte de detectives por la memoria, tomaron la decisión de publicar poesías que son “hallazgos del pasado y el presente que conviven en una misma voz y continúan con la lucha de la literatura que pretende defragmentar a la palabra que no reconoce las tradiciones, las luchas, los amores”; y en respuesta a los que “menemizan la literatura y la sumergen sólo en contextos porteños, banales y llenos de vedettismo”.

Por Guillermina Watkins
Para Agencia NAN
Fotografía de Sergio Otero

Buenos Aires, agosto 19 (Agencia NAN 2009).- Los nuevos rastreadores de poesía se sumergen en el mundo de los escritores desaparecidos y también de los contemporáneos, intentando crear un puente entre dos generaciones. Tamaña empresa que ya llega a su cuarta edición: “En la exacta mitad de tu ombligo”, libro de Jorge Money --poeta asesinado por la Triple A-- que se presentará este viernes 21 en el Centro Cultural de la Cooperación, para exponer un camino que hace unos años comenzaron, junto a su actividad detectivesca. Como todo investigador, llegaron a las evidencias casi de manera casual. En primera instancia, Juan Aiub --hijo del poeta desaparecido Carlos Aiub-- recibió una caja de su abuelo ya en democracia. Adentro descansaban algunos recuerdos de su padre y, entre ellos, una libreta Éxito donde Carlos había reunido sus treinta poemas. Textos que hubiesen sido proclamas olvidadas, palabras casi sin sentido ni destino, si Juan Aiub y Julián Axat, detectives por la memoria, no hubiesen tomado la decisión de publicarlos.

La publicación de los textos de su padre, en junio de 2007, llegó en el momento justo: se cumplían 30 años de su secuestro. Primero fue en formato web y después en papel. Con Versos aparecidos nacían también las grandes ideas. Motorizados por la búsqueda de una palabra silenciada en las garras del poder militar, los jóvenes editores armaron una nueva colección de poesía, “Los Detectives Salvajes”, en la editorial La Talita Dorada, que lleva cuatro libros editados. Dos hijos de la memoria que más allá del fetiche nostálgico de los 60’s y 70’s pretenden unir brechas, trazar el puente entre el ayer y el hoy para entender mejor “quiénes somos o cómo llegamos hasta acá” --en palabras del poeta y editor de la colección Julian Axat-- buceando en el profundo mundo de la poesía; una poesía que aún hoy reclama su parte en el todo social.

“Los Detectives Salvajes” está bautizada con el título de la novela del escritor chileno Roberto Bolaños, donde se narra la lucha constante de dos poetas que deciden rastrear las huellas de la escritora desaparecida Cesárea Tinajero, en México. Después de Versos aparecidos, la piedra de toque del proyecto que lucha contra las armas del olvido, llegó Desear y tener, del poeta platense Juan Martín González Moras; Ylumynarya, de Julián Axat; y el libro del periodista y poeta Jorge Money, desaparecido por la Triple A. Este último contará con la presentación de Lalo Panceira --compañero de militancia y de profesión de Money-- y su hijo Matías.

En diálogo con Agencia NAN, Julián Axat aseguró que las poesías publicadas hasta el momento son “hallazgos del pasado y el presente que conviven en una misma voz y continúan con la lucha de la literatura que pretende defragmentar la palabra social”, la que no reconoce las tradiciones, las luchas, los amores; en respuesta a los que “menemizan la literatura y la sumergen sólo en contextos porteños, banales, llenos de vedettismo”. Documentos literarios que se vuelven joyas arqueológicas preparadas para ser descubiertas por los ojos despiertos y afilados de quienes ansían recuperar la memoria. La mesa está servida y Axat, ácido, responde esperando respuesta.

- ¿Cómo fue el proceso de publicación del libro de Carlos Aiub?
- Fue un proceso para todos, pero sobre todo para Juan, su hijo. Por esto del reconocimiento con su padre en un resultado concreto. Resulta que al enigma de qué es lo que pensaba su padre, en el sentido más íntimo de su vida, lo tenía ante los ojos y no podía verlo. Siempre nos acordamos del cuento de Poe La carta robada, donde se relata la historia de un detective que busca una carta y no puede encontrarla, pero que la tiene ante sus ojos. En este caso pasó lo mismo. Con eso pudo descifrar un poco cuál era su identidad y rescatar una pieza importantísima en el rastro poético de la época. Después nos llegaron varios casos “similares”, incluso con libretas del mismo tenor, con las mismas páginas amarillentas. Está el caso del poeta Joaquín Areta, un chico de no más de veinte años que desapareció en 1978 pero dejó una libretita muy similar a la de Aiub, que es un librito de poemas y de apuntes de militantes, donde se explica además de la poesía cómo se armaban bombas, por ejemplo. También está el proyecto de un poeta de Berisso que ganó una mención en el premio Casa de las Américas, en Cuba, en 1973 y aún estamos rastreando. Tenemos ganas de recuperar las historias de militantes y de desaparecidos de Berisso también, en un lugar del que poco se habló pero que tiene mucha carga política, YPF: el movimiento peronista del 17 de octubre, los obreros de Swift.

- En ese sentido, rescatar la poesía de Money también fue otro hallazgo poético…
- Nosotros nos enamoramos del texto de Money de la “panza embarazada” cuando leímos el libro de la Sociedad de Escritoras y Escritores de Argentina (SEA), Palabra viva. Nos encantó y dijimos “quiero más”. El poema es precioso y está incluido en nuestra publicación. No tiene nombre y Jorge se lo dedicó a su mujer, que estaba embarazada de Matías; y a la libertad, ante todas las cosas. Después de encontrarlo, salimos a buscar y dimos con Alberto Szpumberg que había escrito una introducción al poema en la publicación de la SEA donde contaba cómo él, antes de exiliarse en Barcelona, había tenido la irresponsabilidad de llevarse la carpeta de Money. Después hizo circular ese “poema embarazado”. Alberto nos pasó esa carpeta, con los originales, y armamos el libro. Después rastreamos de manera “detectivesca” a Matías, su hijo, quien nos contó que Jorge había editado tres libros antes pero que no se encuentran en ningún lado porque eran de editoriales independientes. Con el tiempo nos dimos cuenta de que había un poema dedicado a Lalo Panceira, que vivió en La Plata, trabajó en El Día y escribió el prólogo de la Casa de la Resistencia. Me junté con él y hablamos de Money y se enganchó y me dijo: “es mi gran oportunidad para saldar cuentas con mi gran amigo, ‘el petiso’, y escribió un flor de epílogo”.

- ¿Cómo era el vínculo entre poesía, vida y política en aquellos años? ¿Por qué recuperar a estos escritores?
- La poesía en aquellos años tiene la misma relación con la vida y la política que la de hoy. Al menos con la que pretendemos mantener nosotros. La poesía vinculada a una forma de vida. No me gusta llamarla “poesía política”, más allá de que poetas como Aiub y Money enmarcaban su vida, y su poesía, en un proceso revolucionario. Siempre me acuerdo de cuando leí una biografía de Urondo, la de Pablo Montanaro, y me quedé pensando en la crítica que hacía Noé Jitrik sobre que Paco, como antes había participado en Poesía Buenos Aires donde escribía una poesía selecta y burguesa, había perdido su intimidad porque se había radicalizado políticamente. Para mí nunca la perdió, en realidad hace un salto hacia otras temáticas, un espiral que va y viene, pero la poesía política nunca deja de ser íntima. Toda poesía es política, toda poesía es pública, toda poesía es. No existen los lenguajes privados; como dijo Wittgenstein, los lenguajes son siempre públicos, incluyo también a los textos poéticos que se consideran más intimistas.

- ¿Por qué?
- Ese egocentrismo literario autorreferencial, de ensimismamiento total, no existe porque el lenguaje es siempre para otro. Por lo tanto, el concepto de poesía política y social no tiene siempre que apelar a la revolución social o a una reivindicación. La poesía más neutra, más acética, la más pura, la más intimista, son formas más exquisitas de hablar de la realidad, pero no dejan de ser poesía social y además responden a los cánones de la época. La poesía era y fue su forma de vida. No estaba separada la escritura del acto cotidiano de encontrarse con sus hijos y el trabajo. Ahí Rimbaud hablaba de que “el poema es el poeta”: no hay corte, no hay separación entre poesía y poeta, el poeta es esos versos que caminan. De ahí que de Urondo se diga: “Empuñé las armas porque buscaba la palabra justa”. Urondo siempre decía que la poesía en él significaba, también, llevar el arma en el bolsillo.

- O como decía Alejandra Pizarmik: “hacer el cuerpo del poema con mi propio cuerpo”.
- Exacto. Entonces no creo que un poeta pueda pensar la poesía como un libro nomás. La publicación es un hecho meramente circunstancial. De hecho, está probado desde el libro de Money, que él no vendía libros, los regalaba. El poeta no hace disociación, aunque tenga que vivir una vida clandestina y después ir todos los días a su trabajo, a su oficina de prensa, para después volver a su casa a ser poeta. En Money no hubo disociación entre su vida, la política y la poesía. Mientras que no se enteraran sus jefes de El Día o después de La Opinión, todo bien. Después vino su secuestro en 1975 y la aparición del cuerpo en los bosques de Ezeiza, a los 29 años, torturado y sin uñas.

- ¿Cómo ves la relación entre poesía actual y política?
- Nosotros no queremos buscar nuevos Moneys, Urondos o Aiubs. Simplemente queremos mostrar otras voces opuestas a los que sacralizan a los poetas de los 60s o los que hablan del “fin de las ideologías” en todo sentido. De hecho, si vos lees los versos de Desear y tener, de González Moras, tiene muchas vueltas de tuerca, es más críptico, con otro trabajo poético, quizás más parecido a Pizarnik, donde la política está puesta en otros barrocos, en otras líricas posibles. Los 90s dejaron una poesía desarticulada, de salón, puramente porteña, menemista, que deja fuera la tradición de las provincias, lo que está por fuera de lo que ellos han hecho. Yo no puedo creer la antología que hizo Vigo Mortenssen hace poco: reunió poetas que no representan ni un poco lo que es hoy la poesía argentina y ¡se olvidaron del resto del país! Siguen dando vueltas sobre el vedettismo, sobre Buenos Aires. A nosotros no nos representan Fabián Casas y otros escritores.

Julián se ceba al hablar. Desde la trinchera platense se anima a enfrentar a cualquiera porque para él no hay palabras inocentes cuando “el olvido también está lleno de memoria”. Más en épocas donde a falta de debate y falsas ofensas, personas como Axat están dispuestas a no bajar los brazos. Con ansias de pelear contra la poesía que se autodenomina “apolítica”, los Detectives Salvajes de La Plata se levantan para hacerle honor a Bolaños, Pizarnik, Rimbaud; a todos aquellos que quieran saltar la etapa nihilista y apática en el arte, para volver a hacer con sus cuerpos el cuerpo del poema.

miércoles, 19 de agosto de 2009

Con olor arrabal



Para el Taller de Crónica de Hernán López Echague y Laura Giussani, 2009.
Foto bella y más que hermosa: Dark Flack!

Después de dos semanas de un atareado calor, el otoño cae como una visita inesperada. Nadie camina por la calle, ni siquiera los jóvenes aventurados que se animan a salir flojos de ropa. Nadie. Sólo autos y más autos. En la esquina de 7 y 50 se escucha un grito y el ruido de un motor que acelera. De la ventana de un Fiat Uno gris que pasa a toda velocidad, se asoma el cuerpo de un chico de no más de veinte años. El viento le cachetea la cara y de su boca se escapa un grito. Un llamado a la fiesta.
Más lejos del centro, en un barrio residencial y tranquilo, parece haber movimiento. Los motores aún están calientes. Pero la noche fresca no les dará respiro. El contraste es evidente y los vidrios comienzan a llenarse de rocío. A mitad de cuadra, un galpón que a simple vista podría ser una cancha de básquet es el lugar elegido. Parejas de todas las edades se arremeten a la aventura: “La Corchea Melódica” es la milonga elegida por los bailarines de tango de la ciudad. Y también por los melancólicos.
Al cruzar la puerta de rojo hierro oxidado, el tiempo se detiene. El olor a casero invade el lugar. Todo está hecho a mano. Dos mozos, con el típico ambo azul de cualquier viejo bodegón, recorren el salón, atareados. Todas las mesas han sido ocupadas. Un clásico vals de los cuarenta suena a todo volumen, pero no aturde. Las mesas están puestas circundando la pista para que nadie deje de participar del tango, al menos de manera indirecta. Una bandera argentina, un tanto amarillenta, se mueve por las aspas de un viejo ventilador de techo.
“¿Tendrías el gusto de bailar conmigo?”, un joven veinteañero se dirige a una chica de manera cortés, descolocadamente formal. Como si estuviesen en aquella Buenos Aires de los cuarenta. Como si fuesen parte de algún bajo fondo porteño. Aunque algo de bajo fondo se expele del lugar, la forma en que el chico se presenta resulta un tanto fuera de tiempo y el espacio. Ella parece no notarlo. Pero el susto es el mismo. Su cara expresa un “no” fácil y un “disculpá, sólo vine a acompañar a una persona”.
Delante del cortinado bordó que atraviesa la parte derecha del salón, una pareja vestida en la misma gama de rojos y negros se suma a la pista de baile. Una pista donde jóvenes y mayores se mueven como las agujas del reloj. Experiencia y academicismo conviven sin molestarse.
La mano del hombre se posa en los omóplatos de la mujer de vestido rojo. No la aprieta, pero tampoco la deja desprotegida. La mano toca la piel descubierta de su compañera con suaves movimientos. La mueve, la guía mientras ella coordina sus pies con los de él. No se miran; se mueven como si fuesen una sola persona. La del vestido rojo salta y queda suspendida en el aire reposando en los brazos de su partenaire. Él se luce como pocos hombres en la danza que le saca viruta al piso. Se convierten, en el transcurso de la noche, en dos figuras inacabadas que sólo se completan en el trance del baile.
Una vieja salamandra continúa calentando el lugar. Con paso lento y dificultado por unos tacos que hace mucho debió haber abandonado, una mujer vestida con todo lo que encontró en el ropero se acerca para calentar sus manos. Después tornea su cuerpo espeso y apoya la cola. Está sola. Se nota a simple vista: la mujer se mueve por todo el bolichón como buscando a alguien. Pero ese alguien se convierte en nadie en un segundo y mientras tanto en la pista todos bailan.
La canción termina. Pero una nueva melodía comienza a sonar. Arriba de la cocina que está al fondo del salón, hay un escenario. Raúl Gaggiotti y su hija se suben a deleitar al público con su música, como todos los fines de semana. “El tango es un sentimiento popular que refleja la vida de las personas” es la frase recurrente del dueño de “La Corchea Melódica”. Su vida lo demuestra: su padre, un tano que escapó de las guerras mundiales con el bandoneón bajo el brazo, le dejó de herencia la música. Él y su familia se encargaron de continuar el mandato familiar: todos tocan algo, el bandoneón, el piano, el violín, la batería. Sólo algunos cantan, pero por puro instinto; pura cepa tanguera.
Las parejas se acomodan en la pista. Antes de retomar la danza del tiempo observan a Raúl y su hija. Después, absorbidos por el ritmo, se sumergen en ese juego de a dos. En el eterno secreto de los bailarines.
A las dos de la mañana la cocina cierra. Raúl y su hija ya no están arriba del escenario montado. Fueron despedidos con un fuerte aplauso. Un 2x4 se convierte en protagonista. El lugar está semi vacío; el volumen a esa altura de la noche es más bajo y el olor a comida desparece. El frío del exterior se hace sentir, poniendo en ridículo a la vieja salamandra que aún destella en naranjas eléctricos. La mujer ya no baila sola, no espera a nadie. Un hombre la ha sacado a bailar.

lunes, 17 de agosto de 2009

Los Bullys: al ataque del arte Nerd


A los miembros del grupo de artistas plásticos, literarios y musicales les gusta el cine que alguna vez fue “superproducción” y ahora es una “clase B de modé” (Rambo, Volver al futuro) así que les gustará ese título. La película trata sobre un grupo de muchachos que comparten “la actitud Bully contra el arte nerd, oficial, el que vende, el de galería”, motivados, entre otras cosas, por “el aburrimiento, el hastío, el enojo, la marginalidad, el humor, la ironía, la dejadez, la resignación, la falta de contención, la falta de aceptación y la propia timidez”. Si quiere verla, no recurra al control remoto porque está usando una computadora. Pero siga leyendo.

Por Guillermina Watkins para Agencia NAN
Fotografía de prensa de Bullys

Buenos Aires, julio 23 (Agencia NAN-2009).- De la cabeza de un muchachito salió todo. Tímido e introvertido a simple vista, Antolín --el alter ego del artista plástico, poeta y músico Andrés Olgiatti--, es el Víctor Frankenstein de una masa informe de artistas platenses que, durante cuatro días, se convirtieron en la primera pandilla de la ciudad en copar las callecitas de la Rural durante Arte BA 2009: los “Corazones de Bullys”. Ovejas negras, hijos del rigor, el grano en el culo del arte plástico tradicional, los Bullys arrancaron enojos y elogios por igual en el mundo de la plástica. Eso sí, no pasaron desapercibidos ni un segundo y, al menos por ese tiempo, Arte BA pudo ser el jardín de infantes para estos bravucones de corazón grande.

Pero nada sucede de un día para el otro. Los 23 artistas que compusieron el staff estable de la muestra (y los que quedaron en el camino) demostraron que son expertos en patear calles, tocar puertas y molestar entre tanta quietud aparente. Pudieron “de pedo” saltar el cerco infranqueable entre Capital y La Plata sin salir lastimados en el intento. Al contrario, como en la mayoría de las películas de superhéroes de las que son fanáticos, los Bullys se levantaron a último momento y arrasaron con todo. ¿La premisa básica?: divertirse y mostrar su arte.

Hijos de la democracia, pero sobre todo de la televisión, los Bullys se inspiran en los personajes ochentosos y noventosos con los que crecieron: Meteoro, Alf, Caballeros del Zodiaco, Rambo, Volver al futuro, entre otros. “Tenemos la marca de la ciudad, de la tele, de los chicos malos del colegio. Nos gustan los cueros, las motos, las peleas callejeras, pero a la vez guardamos mucho cariño adentro”, cuenta Antolín que tiene más pinta de chico bueno que de otra cosa. La mayoría son músicos o están relacionados con la música de manera directa. No contemplan al arte como un todo divisible y con esa perspectiva sientan sus bases. “Comencé a convocar a músicos que, sin darse cuenta, también eran unos excelentes artistas. Muchos de ellos son los diseñadores de los volantes y artes de sus bandas. La estética Bully siempre estuvo relacionada al rock y eso fue lo que quisimos resaltar en la muestra”, agrega el artista plástico.

Andrés Olgiatti también asegurará a Agencia NAN, entre tazas de té de vainilla y té de boldo, que el oxímoron del nombre es la contradicción eterna de los artistas que componen el grupo. Pero ¿cómo se fueron armando los Bullys para llegar a ser una de las palabras más repetidas durante el Arte BA?

“La primera muestra --arranca Olgiatti-- como Corazones de Bullys fue en mayo de 2008 y fue una idea que se me ocurrió por la falta de espacios: como artista no podía acceder a espacios en Capital y menos en La Plata. Pero de a poco nos fueron abriendo puertas. En 2006, con un grupo anterior, íbamos siempre a Belleza & Felicidad. Ahí hicimos un primer ciclo que fue delimitando un poco al grupo. Éramos Los Primos del Campo, haciendo alegoría crítica a cómo se ve La Plata desde el ojo porteño. Éramos todos artistas, sin una búsqueda más que invadir el espacio físico: solistas, poetas y artistas plásticos nos reunimos aquella vez. Durante 2007 se volvieron a hacer los ciclos, pero fueron más espaciadas las presentaciones, aunque generalmente repetimos algunos artistas y otros se fueron sumando (Javi Punga, algunos Él Mató A Un Policía Motorizado, un 107 Faunos, los Good Time for Dynacom, muchos).”

¿Los afectó el cierre de Belleza & Felicidad?
Tuvimos que salir a buscar otros lugares tanto en La Plata como en Capital. Unacasa en San Telmo y la Sala 420 de La Plata nos abrieron las puertas. Pero la piedra de toque fue la “Campaña de los Mil Dibujos” que organizamos en el Centro Cultural Olga Vázquez, donde vimos que mil dibujos podían ser una obra en su totalidad. Para eso abrimos la convocatoria y, a falta de mil, juntamos dos mil! Fue muy buena la experiencia, hicimos lo que quisimos. Y, como cierre, a principios de este año, como siempre bajo presión, presentamos el proyecto el último día de la convocatoria a la Feria y resultamos seleccionados, una sorpresa grata que nos recibió con champagne.

¿Por qué unir poesía con pintura y música?
En Arte BA la gente se acercó cuando comenzaron los solistas. Pero lo hicimos en todas las muestras. Surge porque nos parece más interesante: a veces la gente espera algo más cuando está viendo una obra y está bueno enriquecer la convocatoria con una propuesta musical y poética. Además, como nuestra estética está muy ligada al rock, no podemos dejar de tener música en las presentaciones. Y todos somos músicos, queremos mostrarnos completos.

¿Cuál es el manifiesto de los Bullys?
Y… en esta cuestión de ser tiernos y matones a la vez, nos proponemos ser una muestra que inaugura eternamente hasta desaparecer. No tenemos manifiesto como los de antes, pero tenemos un lenguaje en común que está influenciado por las mismas cosas. Compartimos la “actitud Bully”, es decir, contra el “arte nerd”, oficial, el arte que vende, el de la galería. En este sentido, el arte bully implica un tipo de violencia intelectual motivada por el aburrimiento, el hastío, el enojo, la marginalidad, el humor, la ironía, la dejadez, la resignación, la falta de lugares de contención, la falta de aceptación, la propia timidez. En Arte BA nos pasó que muchos nos consideraban el “souvenir” de la Feria porque nosotros decidimos cobrar cada dibujo a cien pesos, pudiendo el comprador adquirir por bajo precio una parte del conjunto hasta su desmaterialización definitiva y contribuyendo, a su vez, a la materialización de “un millón de dólares imaginario”, bajo el lema abusivo de “Dame algo”. Ese “dame algo” es el de los matones del colegio que les quitan la comida a los nenitos. Pretendemos ser aceptados o que nos echen definitivamente; no nos importa, lo que sí nos importa es llamar la atención.

¿Hubo un antes y un después de Arte BA?
Sí, totalmente. Pasaron cosas que ni nos imaginábamos. De repente estás tomando champagne con un coleccionista muy grosso y no te habías dado cuenta. Después la fiesta en Niceto, que estuvo buenísima, nos vino bien para afianzarnos como grupo platense. Pero la muestra fue interesante porque realmente descolocamos las cosas. Muchos galeristas pensaban que nuestros precios les bajaban el nivel de competencia, cuando no iba a suceder, pero esa decisión nos aisló un poco. Pero finalmente tuvo buena aceptación porque fue en ese momento cuando nos sentimos más cómodos. No nos importaba vender uno o mil, pero finalmente nos fue re bien porque varios recibimos propuestas para seguir en contacto con ese mundo del arte. En definitiva, los matones nos alegramos con las propuestas de lo que en un punto cuestionamos al principio.

¿Pero no es el artista quién le pone precio a la obra?
Nosotros sabíamos que nuestra obra valía más, pero el precio fue parte de nuestra intención de continuar molestando. Frente a artistas “únicos” de galerías “únicas”, nosotros éramos 23 artistas unidos en una misma obra. Eso era lo importante, que una obra sean mil y mil una sola.

¿Cómo ves a la escena del arte en Argentina hoy?
Está todo muy difícil y las galerías venden muy poco. En general, venden los artistas que están de moda por temporadas. No hay constancia excepto en los grandes, en los grossos, que generalmente están muertos. Pero en el arte contemporáneo no hay nada seguro. Lo que tiene ArteBA es que te acredita como artista, es un lugar de legitimación y por eso nos encantó estar ahí.

Así que fueron “los souvenir de ArteBA”. ¿Cómo les cayó ese comentario?
Así nos denominaron, pero obvio que nos cayó bien. Sí, no eran cuadros aislados, éramos muchos dibujos juntos. Es más, había gente que tenía que volver a ver porque siempre le quedaba alguna parte sin mirar. Era gracioso. Queríamos que se desbordara, que se cayeran las paredes de dibujos. Claro que hubo mucha gente a la que no le gustó y que pensó que era una muestra de jardín de infantes. Y a otros les fascinó. Lo importante es que nosotros quedamos contentos. Seguiremos dibujando hasta morir.

Antolín se levanta de la silla. La charla se traslada a un balcón que da a la imponente Catedral de La Plata. De fondo suena un tema monocorde, bajón, de una banda que sólo él conoce. Le pregunto nuevamente por el rock y sus influencias. Piensa dos segundos y trastabilla. No sabe bien aún si prefieren ser rockeros o artistas, pero enseguida se define como un “artista que rockea con sus dibujos”.

Y siempre, siempre, con la intención de despegarse del arte convencional, del arte de las galerías, de los cánones tradicionales. Los Bullys deambulan por la ciudad y cada tanto se toman algún colectivo para cruzar la calle 32 con la misma intención: tomar cerveza y ver bandas nuevas. Inspiración divina de un artista de ciudad.

domingo, 16 de agosto de 2009

Palabra de culto



Por Guillermina Watkins para el Diario el Dia (29 de Mayo 2009)

Figura señera del kraut-rock, uno de los movimientos musicales más influyentes de las últimas cuatro décadas, Damo Suzuki está entre nosotros. En exclusiva para el Joven, el ex Can habla de todo un poco. Postales de un pionero en movimiento continuo

Kenji "Damo" Suzuki es uno de los padres del kraut-rock... pero no le gusta admitirlo. Afirma y subraya que cuando un par de músicos alemanes -Holger Czukay y Jaki Liebezeit- lo descubrieron en las calles de Munich, con una guitarra rota al hombro, y lo invitaron a formar parte de Can, no sabía lo que estaba haciendo. Sin embargo, el músico japonés nacido en 1950 grabó a inicios de los años setenta cuatro discos emblemáticos al frente del grupo ("Soundtracks" -1970-, "Tago Mago" -1971-, "Ege Bamayasi" -1972- y "Future Days", -1973-) que redefinieron los horizontes del rock y fueron piedra de toque para una constelación de estilos. New wave, electro, post-rock, techno, cut'n'paste, trip-hop, space rock, post punk... todos le deben algo -o mucho- a Suzuki y sus aventurados colegas de época: Faust, Neu!, Amon Duul, Gong, Kraftwerk, Guru Guru...

Luego de aquella experiencia que lo encontró por primera vez en su vida como cara visible, Damo cambió de vida. Se dedicó de lleno a su proyecto Damo Suzuki's Network que desde 2003, de la mano del Never Ending Tour -y con la participación de músicos de más de treinta países- dio la vuelta al mundo. Dentro de una semana tocará en Argentina, acompañado por integrantes de Pez, Reynols, Ül, Honduras y Compañero Asma que se sumergirán en las aguas de su "composición instantánea".

Como todo oriental, Damo se caracteriza por un aire de tranquilidad y búsqueda del estado ideal. En su casa escucha música clásica y étnica. Come verduras y pescados. Además, es padre de familia -y dentro de poco, abuelo-. De su época, a la que no recuerda con nostalgia, escucha pocos grupos. Para él "la música actual es más interesante que la de los setenta".

- ¿Qué es la música para Damo Suzuki?
"Para mí es comunicación, por eso le dedico tiempo a la composición para que todo suene como corresponde", explica, "pero también es un arma contra todo tipo de violencia. Si hay una intención sana, para mí está bien. No hay que pensar que los estilos miden la grandeza de la música. Más que el género, yo priorizo la intención".

- En Argentina y particularmente La Plata, hay un auge de bandas (El Mató A Un Policía Motorizado, Reno y Los Castores Cósmicos, 107 Faunos, Shaman y Los Hombres en Llamas) que reivindican el sonido kraut. ¿Qué opinión te merecen?
"Estoy enterado de que hoy en día hay muchas bandas que suenan como nosotros o Neu! sonábamos en los setenta... es muy extraño para mí. Nuestros años eran muy diferentes a los actuales, y las condiciones de producción musical eran otras. De todos modos no las escuché, debería hacerlo. Los jóvenes nos conocen y sé que hacen covers nuestros, pero es lindo verlos componer sus propias canciones. Yo les recomendaría que no intentaran imitar la música de los setenta, porque la que hoy se está produciendo me resulta mucho más interesante. Nosotros hacíamos mucho ruido... Ahora se está descubriendo un nuevo rumbo".

- ¿Por qué en tu "Gira Sin Fin" vas reuniendo músicos de cada país?
"Porque esta gira fue una misión para salir a tocar con diferentes músicos del mundo. Inclusive de diferentes estilos musicales. La música es un universo, una solución metafísica. Por eso no hay límites de elección. Ante todo, intento llevar un mensaje de paz en cada show, y éste es uno de los caminos".

En la Red: www.damosuzuki.de

sábado, 15 de agosto de 2009

Sudamerica Renace: la latinoamericanidad al palo


Pintura, intervenciones, collages, fotografías, arte corporal, proyecciones en 3D y música conviven en la muestra que busca resaltar las raíces culturales y artísticas de América Latina y que permanecerá abierta hasta el 25 en el Palacio Victorial. “Sudamérica es una tierra fuerte en cultura, más allá de las corrientes migratorias. Está bien que nos nutramos de todos esos aportes, pero nunca hay que olvidar de dónde venimos”, recomendó una de las curadoras.

Por Guillermina Watkins
Fotografía de prensa de Sudamérica Renace


Buenos Aires, agosto 7 (Agencia NAN 2009).- Los veinte grados que, en pleno invierno, azotaron a los porteños y extranjeros en las callecitas de San Telmo durante el miércoles a la tarde no se sintieron adentro de la Galería de Arte del Palacio Victorial. El calor pasaba por otro lado: por la ansiedad de las más de cien personas que se agolpaban en la sala de espera, mientras dos mujeres repartían vino, en la previa de la muestra Sudamérica Renace que, después de un largo mes de parate por la paranoiA, pudo abrir sus puertas. Pintura, intervenciones, collages, fotografías, arte corporal, proyecciones en 3D y música, todo en un mismo combo con la idea de, como indica su nombre, resaltar las raíces latinas, los íconos nacionales que después de siglos de sangre derramada, sudores y lágrimas, florecerían a través del arte.

“Florecerían”, así en condicional, porque el camino estaba marcado. Una carta astral para el 5 de agosto se los indicó: Sudamérica se erguiría, ese mismo día, tal como es, ampliamente diversa, negra, mulata, con un territorio enorme y con identidad propia a través de la unión y la fraternidad de los artistas. Para hacerle honor a ese destino se reunieron Nora Lezano, Matías Nazareno, Nazareno Tubaro, Santiago Contreras, Gustavo Di Mario, Martín del Pozo, Ángela Urondo, Nicolás Monti, Iconoclasistas, Daniela Karol, La Negra y Camilo Carabajal; artistas plásticos, fotógrafos y performers.

Mientras los artistas iban y venían concentrados en los últimos ajustes, el olor a Palo Santo subía al primer piso del lugar. Humo dulce se mezclaba entre la gente cuando a las ocho de la noche, una hora más tarde de la anunciada, las puertas de la galería subterránea del Victorial fueron abiertas al público. Las cumbias y los tangos, mezcla de latinoamericanidad con argentinidad, fueron desapareciendo para darle paso a un tambor que anunciaba el comienzo del espectáculo. En el piso, el cuerpo de una mujer cubierto por telas blancas y rodeado por velas y tierra permanecía quieto. La música tomaba más ritmo y ella comenzó a ser elevada por una soga y cuatro ganchos que le atravesaban la piel debajo de sus pechos. La Pachamama se retorcía, se movía y renacía en el aire, salvaje, sexual, hembra, ante los ojos de los espectadores que, atónitos, observaban la metáfora del resurgir latinoamericano en el arte corporal de La Negra.

Después de unos minutos, se encendieron las luces y las pinturas quedaron al descubierto. Susana Giménez, La Coca Sarli --madre y patrona del sexo salvaje, representada como si fuese una especie de Virgen María--, figuras femeninas dando a luz, fotografías de la naturaleza andina e íconos latinoamericanistas como Eva Perón, Juana Azurduy, José Gervasio Artigas y Juan Manuel de Rosas, rodearon al público que comenzó a deslizarse por los pasillos para observar la tan esperada muestra.

La obra de Nicolás Monti, uno de los curadores junto a La Negra, se basó en pinturas realizadas con técnica mixta (collages compuestos por clavos, yerba, lentejas y preservativos, entre otras cosas), de la diva de los televisores, Susana Giménez. “Ella es un gran ícono de la Argentina en lo que respecta a masividad. A pesar de su vida personal, siempre transmite mensajes de fertilidad, de femeneidad y de fortaleza. Eso fue lo que quise resaltar”, comentó el artista plástico con entusiasmo. Y agregó que el ánimo general de la muestra estuvo impulsado por el intento de volver a una raíz que no está perdida: “Aunque la masividad no nos lleva al origen de las cosas, a lo autóctono, porque siempre tendemos a irnos hacia otros lados, vimos esta muestra como el momento de empezar a mirar hacia adentro, desde nuestro lugar, y comenzar a disfrutar de los que somos, del arte que producimos”.

Por su parte, La Negra --que antes fue el símbolo de la Pachamama--, agregó que el espíritu de la obra es remarcar la latinoamericanidad ante cualquier índice de europeísmo colonizante. “Sudamérica es una tierra fuerte en cultura, más allá de las corrientes migratorias. Está bien que nos nutramos de todos esos aportes, pero nunca hay que olvidar de dónde venimos”, destacó.

El orgullo de ser latinos que se despierta en cada rincón del continente, luego de años de crisis constantes, de golpes de Estado que reviven en la actualidad en Honduras, va más allá de cualquier economía global o crisis ajena. Se trata de llevar la latinoamericanidad día a día, de albergarse en esa carga cultural que históricamente han intentado borrar de la conciencia de los pueblos, pero que renace con muestras como estas donde la única verdad sólo podrá encontrarse en el origen de las cosas.

Donde la inminente necesidad existe, más allá de cualquier esteticismo, en el hacer. Ir y ver qué pasa. Con el objetivo de recolectar obras de artistas de todo el país, en primera instancia, y del continente, en algún momento, los artistas de Sudamérica Renaceinsisten con el “ahora veremos cómo seguiremos renaciendo”. También invitan, nuevamente, a recorrer la obra que permanecerá en El Victorial hasta el 25 de este mes, cuando culminará con un remate público para que Sudamérica permanezca en el corazón de todos los argentinos. Pasen y vean.




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