lunes, 26 de octubre de 2009

¿Rock?






Un adelanto de lo que será el disco que Sr. Tomate, Shaman y Los Hombres en Llamas (La Plata) y Prietto Viaja al Cosmos con Mariano (Cap. Federal). 



 Y mientras tanto, una nota viejita, de allá por el 2007, para radioindiepop, sobre la banda platense más dificil de encasillar, pero que son más simples que el mate, el fútbol y juntarse a tocar con amigos: Sr. Tomate.


12 entre 71 y 72, casa de Pedro, el rubiecito de la armónica. Me reciben con un clima cálido, unos mates y muchos instrumentos que sólo los Sr. Tomate son capaces de amalgamar. Una mandolina, un charango, una trompeta, dos guitarras criollas, una pandereta, la armónica, un tecladito, y un tacho de pintura que funciona de bombo.
 El ensayo se desarrolla en una tranquilidad inigualable, como en casa y  algo que llama mucho la atención: la capacidad de mezclar letras desgarradoras, locuras de los humanos -dignas de canciones tristes- y demostrar poder y felicidad arriba del escenario que no se repelen con el ritmo de la música y el pogo.

Antes, "La Fruta Desquiciada" y "Júbilo y Sorpresa", discos que comenzaron a hacerlos conocidos en varios puntos del país, pero sobre todo en La Plata, al público de siempre. Después, "Ritmo de Vida", el primer disco de larga duración.
Con "Ritmo de Vida", grabado en el estudio "La Burbuja" de Gualberto de la Orta, este año viajaron por el interior del país -Neuquén, Río Negro, interior de la provincia de Buenos Aires-  cautivando a cientos de adolescentes ( y no tanto) que bailaron al compás de "Doña doctora mire qué bien que estoy", "Sertralina", "Crisis Energética", ""Ritmo de Vida" y más canciones con melodías certeras e imágenes oportunas.
Ahora, con "Elesplit", palabra versión criolla del "Split" -formato usado en Estados Unidos cuando tres bandas sacan un disco en conjunto- que estará saliendo hacia finales de noviembre, redoblan la apuesta y su presentación será el 9 de diciembre en el Marquee de Capital Federal.

Los Tomates se definen:                  
“Nos han dicho de todo, rock pop psicótico- country, qué sé yo. Y ya cuando te preguntan la siguiente vez, vos le decís, sí “Western Pink Floyd, ¿qué vas a decir?” acota Pedro, el dueño de las melodías suaves y tímidas que se desprenden de su armónica. A esto Eduardo y Shaman acotan: “No está muy premeditado lo que hacemos, mezclamos de todo, sale.” Y es verdad, Sr. Tomate sorprende cada vez más en sus formas de composición y ni que hablar en sus ensayos.
            Con respecto al circuito de bandas platenses aseguran que les gustan muchas de las bandas de La Plata.  “Hay bocha de bandas y en muchas de ellas tenés amigos, entonces es como que no las analizás demasiado, te gusta ir porque están ellos y la pasás re bien. La música tiene que ver con eso”, dice Pedro y Ale afirma. Siguiendo esta misma línea Poli y Edu afirman que “hay una banda por cuadra, o casi por casa por medio te diría, entonces no conocés ni el 30 por ciento de las bandas que hay”. 
             En terreno fértil, surgen bandas. Como Sr. Tomate que propone -entre tanto ruido urbano- un paisaje musical de circunvalación, con melodías dulce, ritmos machacantes y la voz de Polilla que junto a la trompeta y la armónica, demuestran que el combo, además de música, es espontaneidad pura. Espontaneidad a la hora de componer  y espontaneidad en la libertad para hacer, para hacer lo que les gusta hacer. 




martes, 20 de octubre de 2009

Espacio en blanco...

...de la cobertura de Depeche Mode que no fue.

viernes, 9 de octubre de 2009

Partida en el Viejo Almacén El obrero

La obra de danza contemporánea cerró su ciclo de presentaciones en un centro cultural platense colmado. El proyecto que dirige Florencia Olivieri viene de recolectar buenas críticas en los teatro porteños y se prepara para continuar con la propuesta que hace dialogar, en una sola obra, la música en vivo y la danza estrambótica de nueve bailarinas.


Por Guillermina Watkins para Agencia NAN

Fotografía de Sergio Otero

La Plata, octubre 7 (Agencia NAN-2009).- Poseída por quién sabe qué fuerza extraña, una mujer de vestido rojo se sacude en una de las puntas más escondidas del escenario. Con la frente hacia el piso, no muestra su rostro, pero los retorcijones de su espalda y los cálidos dibujos que realizan sus omóplatos en movimiento muestran la incomodidad de quien, por deseo propio, necesita liberarse. Algo dentro de ella tiene que salir, mutar, cambiar y nada la detiene. Los gritos y los gemidos se escapan y resuenan sin pedir permiso.

La luz se apaga y la de rojo desaparece. En su lugar, tres mujeres se acercan silenciosamente al escenario y se acomodan en sus espacios. La música comienza a sonar desde la computadora del músico que, en vivo, maneja las variables de la danza como si fuese un titiritero. Un sonido machacante, turbio, entrecortado, hace mover a las bailarinas.

Una de ellas danza como muñeca de lata, con movimientos bruscos, fuertes. Se acomoda en el piso, demostrando elasticidad, y se vuelve a parar para dejarse caer nuevamente. Sus ojos se abren enormes cuando se contorsiona para observar al público. Mientras tanto, en cuclillas y moviéndose como un animalito sigiloso, otra se suma al escenario. Al compás de la música pega pequeños saltos aguerridos, salvajes. Detrás de ella, dos mujeres más se van acomodando, en silencio.

La luz se corta, de nuevo, durante dos segundos. Sólo queda la muñeca de lata en el piso. Dos bailarinas caminan en círculos, arrastrando sus pies, y la observan. La música va subiendo su espesor, se hace más densa y ellas, como en un ritual sagrado, comienzan a simular un acto donde una sacrifica a la otra. Pero el acto no se completa y ambas caen al suelo en un minuto de silencio.

El viaje continúa cuando otra bailarina, vestida en colores más claros, entra en escena. Mientras las demás bailan, ella, que simula no tener un brazo y una pierna, se tapa la cara. No existe. Ante tanto movimiento desencaja. Son cuatro en el escenario, pero la mujer mutilada resalta. Su condición de tal la hace diferente al resto de sus compañeras. Y sin embargo se mueve, danza.

Una nueva oscuridad inunda la sala y la mutilada sale de la escena. Los sonidos electrónicos reciben a otra mujer. Una alta, erguida, que se pasea por todo el escenario. Salta sobre las otras y se vuelve a contornear en movimientos animalescos. La música se acelera y ella continúa moviéndose como si no tuviese control de sus extremidades.

Ya sobre el final, son ocho las que ondulan al compás de la música en solos diferentes pero entrelazados. En movimientos robóticos, una por una se van acomodando para hacer una danza colectiva y la mujer de rojo vuelve a aparecer. Sus fantasmas, esas otras mujeres que bailaron durante más de 45 minutos, la rodean, la abrazan y pretenden poseerla nuevamente.

Pero la de rojo logra separarse de ellas. Ahora sus gritos no son desgarradores. Se encuentra en la punta opuesta a donde comenzó el viaje y nadie puede tocarla. Las bailarinas se van retirando de la sala, una por una, sin dejar de mirarla y contoneando sus cuerpos poseídos. La de rojo se queda sola, mirando hacia la puerta. El viaje ha llegado a su fin y ya no es más que ella misma.

Partida ha quedado su mirada al ver los cuerpos despedirse. Partidas han quedado cada una de las bailarinas quienes, dejando a la de rojo en un nuevo inicio, permitieron que ella conociera un nuevo lugar en su cuerpo. Ellas ocho hicieron de la de rojo un nuevo ser liberado.

Blog: http://partidadanza.blogspot.com

viernes, 2 de octubre de 2009

Rock atemporal


Nota del 2 de octubre del Suplemento Joven del Diario El Día.  Francisco Lagomarsino, editor.
 

Daddy Antogna y Los de Helio se estarán presentando el sábado 10 de octubre en el Centro Cultural Islas Malvinas junto a la banda platense La Patrulla Espacial. Estan todos y todas invitados!



Grabó el primer disco progresivo del rock argentino, y llegó a tocar con Vinicius de Moraes. Protagonizó una carrera impar, pero tuvo un accidente que lo dejó tetrapléjico. En dos décadas, el baterista Daddy Antogna tuvo que aprender todo de nuevo; hoy tiene nueva banda, y estrena disco.


Daddy tenía veinte años en 1982 cuando armó Ave Rock, que muchos consideran la primera banda argentina de rock progresivo. Luego formó parte de Orion's Beethoven y pasó un tiempo por Pastoral. Incansable, fue músico de Vinicius de Moraes durante tres mitológicas semanas en La Fusa marplatense, e incluso armó una banda con Stuka de Los Violadores. Llamativo currículum para alguien que apenas había pasado la adolescencia. Pero un mal día tuvo un accidente en una pileta, y nunca más pudo volver a caminar. Recién después de ocho operaciones volvió a abrir y cerrar sus manos, y comenzó a percutir con instrumentos improvisados. Hoy, la historia lo encuentra con banda -Los de Helio- y disco -"Viva Belice"- flamantes, más una serie de recitales confirmados en la capital federal y La Plata -por donde pasará este mes-, que lo hacen sentir "un pibe que recién arranca a tocar".

Los de Helio -el ex Reynols Alan Courtis en guitarra, Nicolás Diab en bajo y Fernando de la Vega en batería- lo acompañan en este nuevo proyecto que devuelve al candelero su imaginación y memoria inagotables: conoció a Pappo, a los músicos de Sandro ("Los de Fuego", de dónde sacó la idea de Los de Helio), y a Donald, que lo echó antes de probarlo "porque se llevaba mal con su guitarrista".

Mientras tanto, "Viva Belice" ya comienza a despegar de los parlantes con un sonido progresivo que rescata la esencia setentista, un poco a la usanza de Pez, Los Natas y Poseidótica, y que marca el regreso discográfico de alguien que nunca debió haberse ausentado. Guitarras rifferas, crescendos épicos, climas hábilmente dosificados, que construyen una obra atemporal. A la manera de Daddy Antogna.