miércoles, 18 de agosto de 2010

Moscas en La Conrado Centro Cultural de Neuquén.-

Humor negro, danzas estrambóticas y una heladera que conecta el mundo exterior con una cocina que es el epicentro de una historia de violencia familiar son algunos de los ingredientes que condimentan la obra creada por el grupo que dirige Anahí Acosta en la capital neuquina.

Por Guillermina Watkins
Fotografía gentileza de Luisina Fontenla

Buenos Aires, agosto 10 (Agencia NAN-2010).- El nuevo camino del teatro independiente neuquino está signado por el absurdo de las situaciones comunes. Sin dejar, claro, la inventiva ficcional dramática de sus personajes, el teatro de la región patagónica pareciera estar transitando rumbos frescos donde la burla, el humor, el doble sentido y los gags más inesperados pueden cobrar sentido con vertiginosidad. Así al menos es lo que demuestran varias de las obras que están en cartelera en la capital de Neuquén, como la recién estrenada Moscas, dirigida por Anahí Acosta y que permanecerá en escena todos los sábados de agosto, siempre a las 21.30 en La Conrado Centro Cultural de esa ciudad (Irigoyen 138).

Las moscas no son las que el filósofo francés Jean Paúl Sartre denominó como la “conciencia que busca la libertad”, sino una excusa para empezar a hablar sobre esas cosas que molestan en los circuitos sociales más íntimos. El ejemplo más claro es la familia: epicentro de rencores, odios, alegrías, amores y decepciones. Así, el grupo de teatro concertado eligió trabajar sobre los vínculos estrechos que, a través de la frustración de los individuos que la componen para lograr sus aspiraciones, recurren a la violencia física y psicológica como solución al problema. Es decir, las moscas, su sonido molesto y la necesidad de aniquilarlas una por una, demuestran los rasgos enfermos de una familia en decadencia que a través de guiños al espectador, lo sacan de su lugar y le cuentan con gestos, palabras y silencios, un poco de las redes que se tejen en cada familia.

En principio, la obra transcurre en un escenario cotidiano: la cocina de un hogar. No son necesarios más que una mesa, varias sillas, un matamoscas en aerosol y uno analógico (manual), ollas, un boul y otros elementos útiles, además de bolsas de compras vacías en una heladera desvencijada que funciona de puerta de entrada y salida de los actores.

De esta forma, Carolina Encina, María Prieto, Laura Romero y Leandro Stepanchuc se ponen en la piel de Lucrecia –hija medio estúpida-, Catalina –abuela cómplice-, María Rosa –madre sumisa y violenta- y Braulio –padre alcohólico y violento- y narran en pocas palabras las peripecias de una familia signada por la violencia del silencio y la sumisión por parte de las mujeres a un ente mayor –Braulio- que las domina psicológica, física y económicamente.

Con este hilo, la obra transcurrirá durante una hora, a través de un viaje de humor negro. En ese movimiento se logran ver diferentes formas de ejercer la violencia: una espiral del silencio que va colocando a cada uno de los personajes en su rol de sometimiento y que sólo en un momento se pondrá en jaque cuando Catalina, la abuela, decida comenzar un juego de intercambio de roles. Así, cada uno de los personajes será partícipe del terror que ejerce sobre el otro pero durará poco la ilusión y el desencanto, y los personajes elegirán volver a sus pieles vergonzantes.

Escenas donde Braulio le pega a su hija y se desata una danza estrambótica muy bien lograda por la niña, o bailes eróticos que narran el momento en que el padre obliga a su mujer a mantener relaciones sexuales, contrastan con las intenciones de una Lucrecia liberada y decidida a vengarse de su progenitor. Ahí es donde la obra comienza a tener otro sabor. De la amargura temática –y no de sensaciones, porque, como se dijo, en ningún momento el tópico violenta lleva al espectador a la congoja-, se pasa a momentos graciosos, bizarros, donde las tres mujeres comienzan una emboscada contra Braulio, musicalizada por la excelente composición de Carlos Tendler, que no llega a completarse pero que tiene un final feliz ya que definitivamente Braulio las deja solas. O al menos, eso es lo que parece.

El resto cabría imaginárselo. ¿Cómo estas tres mujeres partícipes de un círculo vicioso podrán manejarse solas en un contexto tan desolador como el que Moscas anuncia? Sin embargo, a ellas pareciera no importarles y el amor comienza a materializarse en sus miradas. Así, las tres, con caras de mujeres maltratadas no sólo por un marido acosador sino por las últimas consecuencias del país que las dejó medio estúpidas, desamparadas y dependientes, comienzan un nuevo camino en sus rutinarias vidas.

¿Podrán, entonces, hacerlo? La obra no da indicios de eso y, de hecho, es complicado imaginárselas despegando psíquicamente de la realidad violenta. De todos modos, ellas sonríen estúpidamente. Con esa estupidez propia del humor negro y del poder reírse de las cosas más cercanas; esas que están a la vuelta de la esquina, dentro de nuestra casa, en nuestro ombligo.

martes, 3 de agosto de 2010

A donde van esos chicos modernos...

La vigésimo primera edición del festival reunió a cuatro bandas bonaerenses y concluyó con la misma sensación que dejaron sus predecesoras: el under argentino sigue dando que hablar.
Por Guillermina Watkins

Fotografía gentileza de Frida Stecher

Buenos Aires, julio 27 (Agencia NAN-2010).- El under tiene un lugar específico. En el sentido más estricto de la palabra posee un área tangible y una identidad. Ese sitio físico y a la vez virtual, se llama Turdera Fest, que en su vigésimo primera edición  logró posicionarse otra vez como un punto de privilegio de la música alternativa bonaerense. Más allá de eso no ancló su rastro en el viejo club Alumni, donde supo nacer, hace dos años, sino que Turdera se convirtió en algo tan grande que sus organizadores sintieron la necesidad de ampliar sus horizontes y salir a dar vueltas. La Plata, Zona Oeste, Capital Federal e incluso varias ciudades del país tuvieron la oportunidad de conocer este festival y vivir las sensaciones que brinda en carne propia.

En la noche fresca del sábado, la posibilidad fue para quienes asistieron al Centro Cultural Zaguán Al Sur de la Ciudad de Buenos Aires. Allí, cuatro bandas se reunieron para inaugurar el tercer encuentro musical del año. Javier Punga y su conjunto musical abrieron la velada con un recorrido por los temas de los discos caseros con más formato a canción, y con la nueva artillería de su disco Manzanas Deliciosas que incluye bases electrónicas y la increíble actuación de Luis, su bajista, que con sus ritmos no deja en paz a los espectadores. Así, el autor de “Multimillonario” o “Chica cheta” se subió al escenario cerca de la medianoche para comenzar un show de rock poderoso, basado en la monotonía y las fuertes entonaciones de su cantante.

Sin dejar un silencio, entre temas de New Order y Blondie, que el DJ de turno se encargó de poner para el público espectante, se hizo cargo de la escena Viva Elástico, una de las bandas del indie que más está dando que hablar por su capacidad de mezclar sonidos. Una fusión de Palo Pandolfo, con la época de Francisco Bochatón solista y hasta Las Pelotas o Interpol, los Elásticos no le tienen miedo a hacer un cover de Sergio Denis o frenar para volver a tocar un tema que empezó a destiempo. Con voz sacudidora y necesidad de libertad, su cantante va modulando emociones sin remedio de una generación de jóvenes rockeros a la que pertenece, acompañado por un buen séquito de músicos que no lo dejan solo. Con más de diez temas durante su repertorio, los Elástico dejaron bien en claro cuál es su arma secreta luego de ocho años de tocar juntos: canciones pop con existencialismo suburbano y una voz que pide a gritos un cambio.

Así, después de una entrada en calor de por más riffera, se subieron al escenario Los Reyes del Falsete para convidar al público de un poderoso trío de batería al frente y dos guitarras a falta de una. El trío de Adrogué, que viene moviéndose desde el año pasado con su disco La fiesta de la forma, irrumpió en el escenario de la calle Moreno para comenzar con un grito profundo de su cantante e incitar a la gente a la fiesta. Una fiesta sin forma ya que resulta complicado seguirle el ritmo a una banda que invita con canciones tranquilas pero que por su distorsión sacuden, o que por sus tempos podrían ser temas bailables y que por ser cortados con una batería noise, dejan al espectador atónito. Miedo, fiesta descontrolada, chicas borrachas, Yabrán y el ferrocarril Roca son los temas de los que hablan los hermanos Rex y Munchy con la clara influencia de los Flaming Lips o Sonic Youth.

Ni bien el power trío se retiró, el público parecía no querer dejar el calor que los abrigaba cerca del escenario. La manta de olores y humos contenía a la mayoría de las personas que fueron a ver a alguna de las bandas o a deleitarse con todas ellas. La gente bailaba mientras una rubia llamativa con vestido de satén- la bajista de Mujercitas Terror- se subió al escenario para colgarse el jazz bazz de colores oscuros que le pertenece. Diez minutos pasarán hasta que los primeros rasguidos de un bajo tocado con púa anuncien que el show comenzará. Doce temas en clave punk u otroyoianos, con una voz oscura y profunda de la rubia y los gritos del flaco de rulos que la acompaña, harán bailar a las más de doscientas personas que acudieron al Turdera Fest, para darle nuevamente el sí al under argentino.


Mujercitas Terror: http://www.myspace.com/mujercitasterroroficial
Viva Elástico: http://www.myspace.com/vivaelastico
Javier Punga: http://www.myspace.com/javierpunga
Los Reyes del Falsete: http://www.myspace.com/losreyesdelpacheco