martes, 11 de enero de 2011

Poemas perpetuados en la memoria política.-

La editorial Los Detectives Salvajes publicó parte del contenido de la libreta roja de Joaquín Arreta, desaparecido durante la última dictadura militar y cuya obra fue rescatada como testamento de Néstor Kirchner.


Por Guillermina Watkins

Fotografía gentileza de Julián Axat

Buenos Aires, enero 11 (Agencia NAN-2011).- Suele decirse que las cosas empiezan a ser cuando alguien las ve (o las comenta) por primera vez. Y en casos extremos, de catástrofe o terrorismo de Estado, donde se pretende borrar rastros de lo anterior, las huellas siempre quedan; están latentes en la palabra y el recuerdo de los otros. Como el diario de Ana Frank, como el relato de Roberto Bolaño “Los detectives salvajes” (y nombre que Axat y Aiub se ponen al hombro para nombrar su proyecto), en el que un grupo de poetas surca las imposibilidades para encontrar los rastros de la poeta mexicana y desaparecida Cesárea Tinajero, o también la cantidad de papeles, rastros, objetos, huellas y palabras escritas no al azar de tantos poetas y escritores que fueron “chupados” por el último gobierno militar que, con el afán de “desaparecerlos de la faz de la tierra”, no pudo borrarlos del todo. Así también es el caso (y el proyecto) en el que por quinta vez, los editores se embarcaron para lanzar el quinto libro de la colección Los Detectives Salvajes, en mayo de 2010: sacar a la luz el libro de poemas de Joaquín Areta, que se mantuvieron vivos en una agenda roja que su mujer, la diputada por el Frente para la Victoria Adela Segarra, guardó por muchos años y que hoy sale a la luz con el nombre Siempre tu palabra cerca.


¿Quién es este juglar que aparece en la escena poética y política de 2010? Joaquín Areta nació en Corrientes en 1955 y perteneció a una generación de poetas militantes como Walsh, Urondo, Bustos, Gelman, pero con la diferencia de que Areta militó de muy joven, escribió joven, murió joven y, a diferencia del resto, a partir de 2005 recién se empezó a escuchar su nombre. ¿Por qué? Porque en ese año, el por entonces presidente Néstor Kirchner eligió un poema suyo para abrir la Feria del Libro Internacional y marcó su destino y el de Joaquín en una misma vez. La de él, porque el poema de Areta se convirtió en su testamento final y la de Areta, porque su lectura sirvió para resucitar una voz más de los que forman parte de la Argentina Secreta. Un acto de justicia poética que sirvió para que ambos quedaran perpetuados en la memoria política del país. Un poema que, además, es un posicionamiento político tajante y dice así:

Quisiera que me recuerden
sin llorar ni lamentarme
quisiera que me recuerden
por haber hecho caminos
por haber marcado un rumbo
porque emocioné su alma
porque se sintieron queridos, protegidos y ayudados
porque interpreté sus ansias
porque canalicé su amor.

Quisiera que me recuerden
junto a la risa de los felices,
la seguridad de los justos,
el sufrimiento de los humildes.
Quisiera que me recuerden
con piedad por mis errores,
con comprensión por mis debilidades,
con cariño por mis virtudes,
si no es así, prefiero el olvido,
que será el más duro castigo
por no cumplir mi deber de hombre.


Un poema y a la vez un presagio. Un poema que reunió a dos personas de una misma generación y un material que por primera vez se hizo público gracias al andar detectivesco de Axat y Aiub. La libreta roja de 31 poemas fue el legado que Joaquín le dejó a su mujer y una de las pocas cosas que ella agarró la noche que escapó con su pequeño hijo en brazos. Esa libreta, además de ser un libro de poesía en potencia, fue el único recuerdo de Joaquín y el espacio-momento de reencuentro y reflexión entre la familia que quedó con Adela y su pequeño hijo Jorge Areta, poeta, músico y guardavida. “Yo siempre tuve la libreta. Dio vueltas por todo el mundo con nosotros, la fuimos fotocopiando e incluso la perdí y la volví a encontrar. Pero siempre circuló por el ámbito privado hasta que Julián Axat insistió y nos motivó a mí y a mi hijo a hacerlo, a publicarlo”, recordó Segarra en diálogo con Agencia NAN.

Siempre tu palabra cerca es, también, una herramienta contra el olvido, un libro de época donde se habla del amor, la lucha, la coyuntura de los sesenta/setenta, el amor, el compromiso, los compañeros y el rol como militantes. Un testimonio de la palabra viva que sale a la luz en momentos donde algunas heridas parecen querer madurar, para recordar a los que ya no están, a los que lucharon y a los que siguen luchando. Para intentar, aunque no estén presentes físicamente, despertar las mentes, siempre con la palabra cerca.


-- ¿Qué puede contar de los poemas y cuál es el sentimiento al darlos a conocer?

-- Son un puñado de poemas, alrededor de 30, y también hay algunas cartas en la libreta que no se incluyeron. Todos tienen que ver con temas de la época: el amor, la guerra, la lucha, la coyuntura de ese momento, el compromiso, el rol como militantes. Yo creo que esto tiene que ver con salir de lo privado a lo público y que desde 2003 hasta ahora hay una política de Estado de la memoria, la justicia y la verdad, para que se reivindique la historia, porque hasta hace poco éramos víctimas de la teoría de los dos demonios y ahora se dieron las condiciones de una reivindicación. Y así se nos dio el empujón para mostrar el material. Sentimos que en este momento lo podemos hacer público porque en algunas cuestiones habremos madurado, pero maduró nuestra historia en este proyecto también. Tengo esa sensación y mi hijo la comparte con otras características, la reivindicación de Joaquín y de otros amigos de la familia desaparecidos.

-- ¿Cómo es la historia del poema “Quisiera que me recuerden” y cómo llegó a manos de Néstor Kirchner?

-- Joaquín escribió ese poema en 1978, poquito antes de desaparecer el 29 de junio, unos días después del Mundial de Fútbol. Él siempre escribía y tenía una libretita en la que iba escribiendo esas últimas poesías. Y la noche que desapareció yo alcancé a agarrarla aunque no había leído todavía esos poemas. Desde ese día hasta el año pasado que los editamos, la libretita fue mi encuentro intimo con Joaquín. Respecto a cómo le llegó a Néstor Kirchner, la verdad fue una casualidad. El eligió un poema del libro La palabra viva, que reúne poemas de desaparecidos y ex militantes, y justo eligió el de Joaquín. Para mí fue un honor que él lo eligiera para leer porque yo creo que sintetiza toda una época. Joaquín y Néstor, además, se deben haber conocido porque ambos militaban en La Plata, pero no tengo certezas de ese encuentro.