lunes, 11 de abril de 2011

Libros: "En la luz de la palabra" (Pablo Montaro, 2009).-


La séptima obra del periodista, ensayista y poeta invita a recorrer los senderos de las palabras, iluminados de una encandilante luz, pero también encerados en la más siniestra oscuridad.

Por Guillermina Watkins

Buenos Aires, abril 11 (Agencia NAN-2011).- La relación entre luz y palabra pareciera haber sido signada por una reciprocidad histórica. Ya lo adelanta en el maravilloso prólogo de En la luz de la palabra el escritor Alberto Szpumberg, cuando cita la frase que Dios habría dicho al darle vida al mundo, al darle apertura al universo del lenguaje: “¡Que la luz sea!”. Y la luz fue y San Agustìn también se preguntó “en qué lengua habría resonado esa voz cuando aún no había lenguas (…)”.

Es esa relación de luz/palabra y también la de palabra/vida la que Pablo Montanaro, como poeta, pretende desandar. Su destino se convierte, ineludiblemente, en un ir y venir por el pasado y el presente de un yo poético que recuerda, añora y reconoce la oscuridad, pero elige un presente luminoso signado por la palabra consciente. Así, el recorrido que el autor propone en En la luz de la palabra conlleva una musicalidad del pasaje de la luz a la oscuridad, y la vuelta a la luz, de una forma natural.

La primera parte de la producción consta de 9 poemas entre los que se destacan Semejanzas, que se cuestiona el peso de la palabra en los contextos y pareciera asignarles un rol de “condimento” de la vida; y Cotidianas, en el que dos partes reflexionan sobre la luz del amor.

La segunda parte, Bajo el Crepúsculo, rodeada de luz por donde se la mire, es un pequeño segmento compuesto por 7 poemas que, como las mejores canciones, concentra la tensión lírica más fuerte del libro. Es en este momento donde la palabra se vuelve noche, recuerdo y transmuta en infinitas formas de nombrar el mundo.

De ésta, una sección donde el fuerte está basado en lo que se podría denominar la paliza previa a la tranquilidad, se destacan Verdades y Bajo la lámpara. Es decir, Montanaro nos acerca a las superficies para luego arrematar con nuevos destellos de luz. La duda, los porqués, el deseo, las palabras, el placer, la lucha contra el olvido, la verdad relativa, los supuestos filosóficos intocables; todo es cuestionado, repensado desde un sujeto que intenta observar las partes del todo.

El último tirón nos adentra a diferentes modos de ver la claridad como búsqueda de calma. Es en este momento cuando el poeta, ya más fuerte, encuentra la paz. Conmueve Últimos Soles, un poema al padre inconmensurable de la luz: el sol; enamora De profundis –poema que obtuvo el primer premio en la décima edición del certamen “Alhoja de Oro” de poesía de Sevilla, España (2002)- y corona En la luz de la palabra, poema homónimo y quizás englobador del espíritu total del libro.

Allí, el autor plantea: “En la luz de la palabra/ se contemplan rostros/ de infinita libertad. En ella anida la creencia del verbo/ el lugar en que aguarda la belleza/ donde el futuro será celebración.”

El poeta se eterniza en la palabra, encuentra el sentido de su uso y plantea un futuro esperanzador para quién sea consciente de su poder. La obra llega para renovar una relación que es histórica: a la vez que le da palabra al mundo, ilumina a esos conjuntos de letras para poder nombrar las cosas, desde el conocimiento de un poeta carnal y terrenal que rescata la lengua, la transforma y crea muchos mundos posibles.