domingo, 28 de agosto de 2011

"Todos conocemos algo de esta familia"


Lito Cruz adelantó parte de lo que se verá el próximo sábado y domingo en el Teatro Español. El actor llega con “Todos eran mis hijos”, una obra de Arthur Miller que pone al descubierto la hipocresía de un época.

Una casa de madera. Un jardín verde brillante con el pasto recién recortado. Las sillas de mimbre claro que dan a una vista llena de flores. Y adentro, una familia que a pesar de parecer “normal”, discute. Se notan las tensiones y los secretos, la relación compleja entre los padres y los hijos, y un dolor que sobrevuela toda la escena.
“A la gente le gusta la obra porque tiene mucho que ver con lo que pasó en nuestro país en épocas de la dictadura militar”, explicó Lito Cruz, a días de arribar a esta ciudad con la obra “Todos eran mis hijos” de Arthur Miller.
La apuesta, dirigida por Claudio Tolcachir, debió suspender sus funciones en julio debido a la erupción del complejo Cordón Caulle. Por eso ahora, finalmente, se presentarán el próximo viernes en el Círculo Italiano de Villa Regina y tendrá dos funciones en esta capital.
De este modo, las entradas adquiridas para la función del 1 de julio servirán para el próximo  domingo, mientras las del 2 se usarán para el sábado. Ambas funciones serán a las 21 en el Cine Teatro Español (Av. Argentina 235).

El silencio, el miedo y la obsesión
Quienes ya pudieron verla cuentan que la obra está cargada de dramatismo y que, indefectiblemente, días después y casi como un efecto secundario, sobreviene  la reflexión.
Es que Arthur Miller -como otros escritores de su época- describieron aquellos años turbulentos de la Segunda Guerra Mundial en la que, con las bombas y las muertes, se derrumbaba también una forma de pensar la sociedad, mientras que otra no terminaba de nacer. Todo enmarcado en el gobierno de Mac Carthy, que había lanzado una persecución ferviente contra los comunistas.
Según Lito Cruz, “la tragedia sobrevuela la escena y uno está deseando que eso no suceda. La gente es atravesada por un texto que, si bien tiene muchísimos años, sigue vigente por su estructura y por lo que habla. Todos conocemos algo de esta familia”, destacó el actor que se pone en la piel de Joe Keller, un personaje ambiguo como los que -pareciera- le gusta interpretar.
Es que Oscar Alberto Cruz, más conocido como “Lito”, se encuentra en un nuevo “auge” de su carrera, un nuevo círculo de éxito que lo encuentra al frente de la novela que cada noche los argentinos deciden ver: “El Elegido”.
También es piedra fundamental de la obra de Miller que comparte con Ana María Picchio, Federico D´elia, Esteban Meloni y Vanesa González; además de una multiplicidad de propuestas.
Y aunque no para un segundo, entre avión y avión que lo conducen de gira por todo el país, Lito confirmó que la obra de Tolcachir tiene muy buenas repercusiones y que, a pesar de que no todos conocen la obra de Miller, la historia es muy cercana a la realidad de nuestro país en la época de los militares donde se escondía lo que sucedía fuera de los centros urbanos y había cosas de las que era mejor “no hablar”.
De este modo, se presenta una familia aparentemente feliz que sufre a escondidas el drama de un hijo desaparecido en la guerra, la negación de su madre a aceptar que éste puede haber muerto, las contradicciones de un padre que, además de ser propietario de una empresa de armamentos, provocó la muerte de 21 pilotos y se convierte en víctima y victimario, y un hermano que se enamora de quien fuera la novia del desaparecido, para casarse con ella como una manera de “enterrarlo”.
Lo que se destilará en el transcurso de la obra, además de una guerra que los precede, de los amores más que incestuosos y del policial negro (bien al estilo de los autores norteamericanos) que se esconde a lo largo de toda la trama, es la sensación final de cómo se va cayendo un mundo de velos y mentiras, sistema que antes los colocaba como victoriosos.

En los zapatos de los malos
“Por momentos me cuesta recordar el hombre que yo quise ser”, se pregunta en una escena Joe Keller, el personaje que interpreta Cruz en la obra. Y, al igual que el norteamericano, esa duda existencial es la que toma por asalto cada noche –a esta altura de la ficción- a Nevares Sosa, el abogado ambiguo que interpreta en la novela más exitosa de 2011.
“Me tocó darle vida a dos personajes que son malos, reos, para quienes el fin justifica los medios al mejor estilo de Adolf Hitler. Ellos creen que tienen todo en sus manos, todo bajo control, pero poco a poco se van dando cuenta que las cosas no son como ellos piensan. Yo intenté humanizarlos un poco con sus contradicciones y sus formas de pensar. No por algo uno encontraba a un Jorge Rafael Videla con una imagen de “buen padre” y resulta que era un genocida, o a un Strauss-Kahn con altos cargos en el BM y terminó siendo un violador”, destacó Cruz, quien es uno de los sostenes fundamentales de esta obra de Arthur Miller con un fuerte anclaje en el teatro realista.
Realismo que, según comentan los fanáticos de la televisión, también se viene dando en la pantalla chica. Ahora, no son sólo los unitarios los encargados de tocar temas “fuertes” (recuerden Okupas, Tumberos, Sol Negro, Disputas), sino también las novelas en horarios centrales como el caso de “Vidas Robadas” o “El Elegido”.
“Me parece extraordinario que se traten temas que antes no se tocaban. Esperemos que la tendencia continúe en los unitarios, en las novelas, en las películas y los ciclos que salen una vez al mes. Porque son todos temas que nos importan a los argentinos, como fue “Vidas Robadas”, donde se trataba el tráfico de mujeres o, en el caso de "El Elegido", donde se toca el tema de la tierra de los aborígenes y su lucha que es fundamental en nuestro país. Así, el arte sólo puede mostrar una realidad que muchas veces se expresa en los escritorios y así, los reclamos quedan en las minorías”, agregó Cruz.

Salvarse de los vicios
Lito Cruz tiene 70 años y una vasta experiencia actoral. Estuvo alejado de la televisión un tiempo pero 2011 lo encontró rodeado de jóvenes directores y guionistas que lo convocaron para ser la carta de presentación y estrella fundamental de las obras.
Trabaja con Tolcachir, joven director de 34 años que, a pesar de tener experiencia, nunca se había enfrentado a una persona con más de 50 años de trayectoria como él. Según afirma Lito, el cruce generacional resulta “maravillosamente enriquecedor”.
“Claudio, limpiame” fue la frase que le dijo Cruz a Tolcachir en el momento de aceptar el papel de Joe Keller. Ese “limpiame” hacía referencia a que lo ayudara a sacarse esos “vicios” que tiene como actor, que son esas fórmulas comunes de resolver las encrucijadas actorales.
Por su parte, el joven director agregó que “siempre es enriquecedor trabajar con gente que vivió tantas experiencias en el teatro y en la vida” y que su trabajo es el de “aportarle cosas nuevas a esta gente que tiene un deseo muy fuerte de trabajar”.
Y claro que Lito las tiene. Al principio se rehusó en participar de la novela que su alumno y ahora director artístico/compañero de novela, Pablo Echarri, le ofreció. Lito sabía que sería un éxito pero aún así le costó asumir.
“Acepté porque, en definitiva, el proyecto de entrada era muy bueno. Pero también por la calidad humana de sus creadores, entre ellos Pablito (por Echarri) y por los actores con los que comparto las grabaciones”, destacó Cruz.
¿Cuál es la fórmula del éxito de “El Elegido”? “Yo creo que el programa tiene dos hombres fundamentales que son Martín Seefeld (Producción General) y Pablo Echarri (Director Artístico). Ellos comandan el proyecto, lo hacen funcionar todo el tiempo porque, al hacerse cargo los actores de las producciones televisivas, la novela funciona como un todo”, destacó.
De este modo, Seefeld y Echarri funcionan como “intermediarios” entre la novela y el canal y controlan que cada una de las tomas funcione de la manera que ellos se la habían imaginado. Lito cuenta que durante las grabaciones es común verlo a Echarri, vestido de Andrés, pidiendo que se vuelvan a grabar escenas, o tomas, o cambiando la orientación de las luces de la sala de grabación, entre otras cosas.
“La novela no somos ni yo ni Pablo Echarri, somos todos. La obra de teatro no es sólo la genialidad de Arthur Miller ni Tolcachir, somos todos. Lo fantástico de la obra “La Otra”, no es nadie más que todos nosotros llevándola hacia delante y el espectáculo en las cárceles, bueno, qué más que los presidiarios dándonos una devolución fantástica en cada show que nos permite seguir creciendo en la puesta en escena”, concluyó Lito Cruz, un actor convencido en que mientras tenga vida, habrá actuación. (G.W.)

miércoles, 24 de agosto de 2011

"Reinventarse o morir", esa es la cuestión


Dos de los miembros de La Fura dels Baus y su director adelantan por qué es tan importante ser vanguardistas dentro de lo clásico.
 
Neuquén > La pregunta que surge en la cabeza de los miles de espectadores, a tan sólo dos días de que La Fura dels Baus se presente en el Gimnasio del Parque Central, es ¿está todo inventado en este mundo del Siglo XXI?.
Para Pep Gatell, catalán que está al frente de esta máquina vanguardista hace más de 30 años, y sus compañeros de “cacería” –como denominan ellos el salir de gira- pareciera que no.
“El secreto está en reinventarse todo el tiempo y en ir agregando todas esas disciplinas que de a poco hemos venido sumando. Nuestro lenguaje se reinventa todo el tiempo y va sumando fureros a lo largo del planeta”, destacó Gatell, con su figura típica de catalán moderno detrás de unos simples anteojos de marco negro.
Aquellos que se animen a vivir una experiencia única, donde el espectador se convierte en parte fundamental de “Degustación de Titus Andrónicus”,  podrán conseguir sus entradas en sucursales de Saturno Hogar y en la boletería del Gimnasio del Parque Central (Sarmiento y Don Bosco). El costo es de $290 y se podrá abonar con tarjeta Nevada hasta en 3 pagos.
La adaptación de la obra de William Shakespeare, que además tiene la participación fundamental del chef Andoni Luis Adúriz -del restaurante vasco Mugaritz (uno de los mejores del mundo)-, tendrá dos funciones locales:  el viernes y sábado a las 21.30.

Como una gran familia
Todos los integrantes de esta gran compañía que montará la tragedia clásica de Tito Andrónico, acuerdan en que estar en la Fura es como formar parte de una de esas familias numerosas donde todos hacen de todo a la vez. Y que, como piezas de un engranaje de algo mayor, van sucediendo cosas “inesperadas” que los van uniendo aún más, casi como si fuera un destino pertenecer a ella.
Y claro que lo es. Hoy, a más de 32 años de sus inicios en el teatro de vanguardia post franquismo, La Fura se convierte en el referente de muchos grupos teatrales y algo más. Según María Pérez, de 26 años y proveniente de Cádiz, entró en shock cuando recibió el llamado de la producción para formar parte de este gran proyecto.
“El primer día fuimos convocados todos los actores a una fábrica abandonada a hacer una especie de lectura colectiva de la adaptación que Salvador Oliva había hecho sobre la obra. Y cuando llegué todos iban cargando cosas, con palos de hierro, martillos, no entendía nada. Y de pronto me di cuenta que ése era un ensayo donde Pep nos decía muévanse sobre la estructura y, ¡ostias!, no había ninguna estructura ahí, tenías que imaginarte todo y a la vez ir actuando. Es como tener un acto de fe a lo que va prestidigitando Pep”, comenta entre risas María, mientras Carles Figols, como contracara, uno de los más antiguos en el grupo, asiente.
“Reinvertarse o morir es la cuestión. Yo estoy desde 1993 y cada día me sorprendo más. Aunque sea difícil hacerlo después de treinta y pico de años, siempre es posible hacerlo”, destacó Figols.
“De todos modos la parte escenográfica ya estaba clara desde entrada y bueno, después les dejamos las escenas en las manos de cada actor para que vayan resolviendo. Partimos de la idea de que ellos no pueden ser otra cosa que ya no son. Desde el casting ya tienen que tener ese espíritu furero de ir más allá porque mientras su yo interno dé para ese papel el público también se lo creerá”, agregó Gatell.
“Siempre nos preguntan qué nos tomamos antes de hacer la obra y nosotros les decimos: '¿a ti te parece que yo pueda tomarme algo antes de colgarnos, de subirnos a tarimas, de hacer saltos?' No podemos hacer cosas locas antes de las presentaciones”, aportó Carles que interpreta a Marco, hermano de Tito.

Todos para uno y uno para todos
Pep Gatell, además de ser un gran dramaturgo y alma mater del proyecto, es hincha del Barsa y compara a su grupo  teatral con el del considerado mejor equipo del mundo, donde la técnica es básica y fundamental: todos atacan y todos defienden, no hay más vueltas.
“Una de las mejores cosas que te pasan en la Fura es que acabas sabiendo mucho de otras cosas además de teatro. Es más, después puedes ir a cualquier obra de teatro y montarla entera tú mismo. Nunca te vas a quedar en el camerino esperando a que te toque interpretar tu parte, sino que siempre estás haciendo de todo. Nosotros valoramos la calidad humana y el respeto por el trabajo del otro porque todos trabajamos para lo mismo”, concluyeron Gatell, Pérez y Figoll a más de un año y medio de gira con “Degustación de Titus Andrónicus” que se espera seguirá rodando hasta febrero/marzo de 2012, momento en que comiencen a ensayar una nueva puesta en escena.
Todavía no vimos ésta pero ya queremos saber de qué se tratará la próxima.

martes, 23 de agosto de 2011

Cronista de una Nación


En un show de poco más de una hora, la cantante entrerriana Liliana Herrero, se presentó el domingo en el auditorio del MNBA con un show acústico.
Acompañada por Pedro Rossi, músico que trabajó con ella en “Este tiempo”, su última producción, la intérprete realizó ante una sala llena –y muchos que lo vieron desde afuera-  un recorrido por el nuevo disco y algunos temas viejos.
Como en cada show, su intención es la de una cronista que recorre todos los paisajes, las vivencias y los personajes del interior del país a través de sus sonidos y ritmos típicos. Para Herrero no existen las fronteras delimitadas por alambres de púa y dibuja una nación desde la poesía.
Por eso, en consonancia con la presentación sureña, inauguró el show con una gran versión de “Tu nombre y el mío”, del viedmense y promesa de la canción argentina, Lisandro Aristimuño. Luego, y como en el disco, le llegó el turno a “Antiguo Barracón” de Ramón Ayala, que habla sobre el Litoral que la vio crecer.
Le siguieron “Montevideano”, de Fernando Cabrera, que no forma parte del disco, y el público comenzó a aplaudir la melodía típica del candombe uruguayo. A esa altura, los neuquinos que se acercaron al evento fueron formando parte de cada canción.
Hubo tiempo para chacareras del compositor salteño Pepe Núñez, chamarritas (estilo musical de la región litoraleña) ejecutados por Pedro Rossi, la palabra de Fandermole y su descripción de esas “otras Argentinas” y más milongas de Juan Falú y Pepe Núñez, entre otros.
Tampoco faltaron las anécdotas de cuando Luis Alberto Spinetta le regaló “Bagualerita” o - y el momento más emotivo del show- cuando cantó “Se me va la voz ” de Guillermo Klein, que le cantó a Mercedes Sosa en sus últimos minutos. “Ella está dentro de cada cantor de Latinoamérica y de nuestro país”, concluyó Herrero de quien ya dicen lo mismo las nuevas generaciones.

lunes, 22 de agosto de 2011

Discos: "En este mundo ideal" (Amor Fizz, 2009)


El cuarteto neuquino presenta su disco primogénito: un espacio punk donde no sobran las palabras ni los sonidos para dibujar la perspectiva de un mundo no del todo feliz, pero que igual deja entrever una buena dosis de luz en el horizonte.

Por Guillermina Watkins
Neuquén, agosto 22 (Agencia NAN -2011).- Escuchar Amor Fizz es como volver unos cuantos años atrás y remontarse a la época de la adolescencia. Es escuchar un disco que puede describirse en una sola palabra: punk. Es introducirse en un mundo en el que no sobran las palabras ni los sonidos, y volcarse, sobre todo, en 16 temas que no alcanzan los tres minutos, pero describen desde bien adentro el pensamiento de cuatro venteañeros neuquinos.

Los Amor Fizz –nombre que hace referencia al amor por la música y las burbujas y la efervescencia que desarrollan en cada show- viajaron a Buenos Aires a grabar su primer LP, en el “Vintage Studio”, de Pablo “Priya” Blogna (guitarrista y productor de la banda bonaerense de pop-punk Tipsy), aunque finalmente lo masterizaron en “Steps a Head”. Desde entonces, los creadores de este disco no paran de presentarlo por todo el valle.

En este mundo ideal –editado por la Unión de Músicos Independientes- en realidad no habla de lugares donde abunde la buena onda y los chicos y chicas felices corriendo por las praderas verdes; tampoco de la construcción de un lugar nuevo. En realidad, lo que se describe con tan solo dos acordes, es una perspectiva de mundo para nada feliz, donde abunda el desamor, los desencuentros, la hipocresía y el desgano. Una descripción de una realidad que no los contiene e historias que fueron escribiendo y recopilando en demos de sus primeros años musicales que sólo se pueden escuchar en su página oficial (http://www.amor-fizz.com.ar).

Guitarras al frente, cortecitos clásicos del punk de corte californiano, con claras influencias de Boom Boom Kid; voces agudas, jamás líricas y letras adolescentes, son la propuesta que Amor Fizz presenta en cada show. La música, sobre todo, sorprende más que sus letras.

De este modo, el mundo que no cambia y pareciera no querer cambiar, las mujeres que, tristemente, al guiarse por la imagen que imponen los medios y los estereotipos terminan en la bulimia o “entregando” sus cuerpos para lograr la fama, los miedos a la noche y a la soledad y la necesidad de una buena compañía, pero sobre todo muchos mensajes anti violencia, con algún que otro dejo de esperanza, y –sobre todo- la necesidad de estos cuatro chicos punk rockers de intentar desdibujar un mundo lleno de prejuicios para empezar a escribir su propia historia musical.

Sitio web: http://www.amor-fizz.com.ar/
My Space: http://www.myspace.com/amorfizz 

domingo, 14 de agosto de 2011

La Fura: el sabor de la tragedia

 
La compañía catalana realizó dos funciones de "Degustación de Titus Andrónicus", una multidisciplinaria adaptación de la obra de Shakespeare.
 
 Neuquén > En los primeros minutos de “Degustación de Titus Andrónicus”, el mensaje que queda claro y que persistirá hasta el final es que la suerte ya ha sido echada. Por eso, cuando Tito Andrónico regresa victorioso a Roma tras una larga guerra con los godos y sacrifica al hijo mayor de Tamora -reina vencida pero designada para ser la nueva emperatriz romana-, se desata una nueva batalla entre esas dos fuerzas opuestas.
Con un Gimnasio Parque Central totalmente preparado para albergar tamaña tragedia, la adaptación de la obra de Shakespeare que acercó La Fura dels Baus se opone a tomar una escueta radiografía de la época y traducirla a escenas. Pep Gatell (que durante todo el show formó parte del público) agregó un escalón más entre aquella historia y su representación mental.
Un nuevo espacio multidisciplinario se crea cuando los actores comienzan a moverse entre el público por escenarios móviles y cuando en cuatro pantallas gigantes se disparan imágenes que acompañan la historia.
Por último, y colocado sobre un costado, el cocinero Joan Serra Ross prepara platos que los soldados romanos irán repartiendo entre el público. Es esta nueva apuesta del director de incorporar en escena una sensación que ni los mejores literatos habían podido lograr en sus obras: generar una sensación olfativa que atraviese el relato.
Es que ¿quién podría comer mientras ve una masacre frente a sus ojos? El público se debate en contradicciones mientras los croissants van siendo entregados.
Así, los movimientos constantes, la música industrial que va creando un clima de grises muy nítidos y los olores logrados por un cocinero que ya empieza a participar de las escenas de tortura en su cocina son la antesala del momento en que Saturnino (emperador de Roma) comineza a atormentar a Tito: primero le arrebatan los dos hijos, luego mutilan a su hija cortándole la lengua y violándola, y a él lo fuerzan a cortarse una mano. Esta serie de vejámenes es impulsada por Tamora y su amante, el esclavo godo.
Pero Tito, que es fuerte y está compañado de su hermano Marco, emprende un designio oscuro: secuestra a los dos hijos de Tamora, los mata y los cocineros preparan un banquete al que invitan a la emperatriz. Este es el momento clave de la noche en el que el escenario se coloca a lo largo del gimnasio y los que habían sido invitados a la cena comienzan a subir. Catorce personas son invitadas por los romanos y otras catorce con los que conduce Andrónico.
El final, y como un gran gesto de La Fura, es una deliciosa cebada perlada con hierbas y jugos de animales, una porción de cerdo confitado y vino del valle. Y, mientras la gente come, esa crónica anunciada se desata: Tito asesina a Lavinia, su hija, para que no sufra el deshonor de haber sido mutilada y luego a Tamora, a quien no puede ver disfrutar la comida. Luego asesinan a Tito y al emperador. Y lo que queda, al fin, ya no le importa a nadie, cuando el teatro cae en penumbras y la sensación de un vacío tan grande se hace notar.

viernes, 12 de agosto de 2011

La Moto, una gran familia unida por lazos de rock.-


La banda neuquina que cumple veinte años quintuplica su apuesta: a 4 años de la muerte del alma mater del proyecto, la formación se prepara para lanzar su quinto disco y atesora canciones de sobra “para sacar dos más”. Algunos de sus integrantes repasaron junto a Agencia NAN el camino recorrido.

Por Guillermina Watkins
Fotografía gentileza de Omar Novoa

Neuquén, agosto 12 (Agencia NAN - 2011).- Son varias las historias que se esconden dentro de la de La Moto. Por un lado, el sueño de un porteño “vagamundos” que llegó al sur con su guitarra al hombro y se instaló en Neuquén, enamorado de las bellezas naturales y la tranquilidad que esas tierras representaban veinte años atrás; también la historia de muchos rockeros de la vieja escuela, ligados al sonido de los años 70 y que soñaron con vivir del rock. Podría ser también la historia de una familia que encontró en la música su razón de ser y que, despojada de cualquier vicio material, vivió de lo que más les gustaba. Por eso, el cuento de La Moto, sus cinco discos (uno a punto de salir), sus giras, la relación con amigos “famosos” como Iorio, Walter Meza de Horcas y Pappo Napolitano, los reencuentros y las despedidas, es el de la banda más importante del rock regional, leyenda under en los circuitos del rock “a secas” de la Argentina.

Eso quedó demostrado el fin de semana pasado cuando, a días de conmemorarse su vigésimo aniversario, la banda hoy encabezada por el “Mono”, Jonas y “Fito” Salvi, Gabi Quiroz, Willi Mariani y Adrián “El Perrito Blues” Pérez, armó una movida de cuatro días durante los que relataron su propia historia con fotos y recortes de diario, organizaron una colecta de juguetes para los chicos internados en los hospitales de la ciudad y se dieron el gusto de hacer dos shows, uno eléctrico y otro acústico, que convocó a centenares de personas a pesar del frío de agosto.

La historia que hoy cuenta La Moto ya no tiene a Esteban “Rulo” Salvi como líder y voz, ya que su existencia física terminó el 7 de diciembre de 2007, pero sus restos descansan en el eco de un río Limay que lo vio crecer espiritualmente.

Una radiografía por el rock callejero de La Moto
Un buen día y ya con muchos kilómetros recorridos desde la provincia de Buenos Aires, los Salvi pisaron Neuquén. Habían sido canillitas en el tren que conecta Ezeiza con Temperley, lustra zapatos en Constitución, vendedores ambulantes en la línea Roca, entre otros varios oficios. “Nosotros somos hijos de entrerrianos que se instalaron en Buenos Aires, en un conventillo cerca del Obelisco y después nos fuimos a Glew. Mamamos la calle desde muy chicos, siempre fuimos vagamundos, hicimos de todo para sobrevivir. Hoy, es un logro ver que nuestra familia sigue haciendo lo mismo y saber que, a pesar de haber vivido siempre en la calle y no haber tenido ninguna propiedad, pudimos criar a los pibes con la rebeldía, con la locura y la poesía del rock sin que nunca hayan empuñado un arma y sí una guitarra”, comenta el Mono, portavoz de la bohemia rockera de la familia.

El “Rulo”, su hermano mayor, fue el alma Mater de La Moto y el “Mono”, el manager. Dicen que éste se subía a una motito cuando salían de gira en “la camioneta” y, con su voz grave, producto del cigarrillo que “por suerte dejó hace un año”, conseguía las fechas. De aquellos años, todavía forman parte Willi Mariani, en segunda viola, que llegó de Punta Alta a principios de los noventa, convocado por el rumor que se estaba armando una banda de rock. “Me había armado un estudio allá, pero me cautivó la poesía, las letras, el estilo del “Rulo”. Vine a comer un asado, a tomar unos vinos y cantar unas canciones y me quedé”, comenta Mariani. También sigue en la gira permanente Gabi Quiroz, baterista entrerriano al que conocieron en un viaje y, convocado poco tiempo después por el “Rulo”, que llegó para quedarse.

Les costó –y aún les cuesta- solventar los gastos que demanda el mercado discográfico de la región, pero los Salvi y cia. siempre buscaron la forma alternativa para poder hacer música y vivir: la venta ambulante, sin horarios ni jefes, y las horas destinadas a componer, ensayar, grabar y pasar momentos en familia.

“Desde chico mi viejo tenía un destino para mí. Yo era arquero, pero como se le iban los violeros un día me dijo ´Loco, preparate´ y bueno, acá estoy. Desde los 16 años que toco la viola en La Moto. Pasé por muchas giras, por nueve colegios (risas). El rock es un sacrificio, en los días de grabación dejás el laburo, la familia. Una banda de rock se tiene que dedicar a ser una banda de rock”, relata Jonás, que con 27años ya tiene tres hijos con la hija de Willi Mariani y uno de ellos ya se cuelga la guitarra.

Jonás y Fito se criaron en esas sesiones musicales que podían ser en una chacra de Plottier, ciudad pegada a la capital neuquina, o en una casona, entre el “Rulo”, el “Mono”, Horacio Durán y Ariel Velázquez, Gabriel Quiroz y el Willi Mariani, quienes fueron los primeros en rondar por el proyecto. ¿Por qué La Moto? “El Rulo venía de una época medio motoquera y Velázquez hacía un efecto con la guitarra que parecía una moto, entonces bueno, quedó ese nombre”, agrega Mariani.

En septiembre de 1990 debutaron en Punta Alta, y después regresaron a Neuquén donde hicieron dos shows. A los meses armaron Sobreviviente con el que salieron de gira por de Buenos Aires a principios de 1991. Ese año debutaron en Capital Federal en New Order, con Los Piojos. La Moto presentaba su primer disco y la banda que lideraba Ciro Martínez Chac Tu Chac. Después tocaron con Pappo, Almafuerte, Vox Di, Rubén Patagonia, Horcas y fueron soporte de B B King en el gimnasio Ruca Che. El año pasado, Iorio grabó “Imágenes Fugaces”, un tema de Astral, segundo disco de la banda. “Nos llenó de orgullo compartir el disco con versiones del Flaco, de Vox Dei, Manal y Pappo”, comentaron.

La historia no terminó todavía
A meses de sacar la quinta placa de la banda –primera con esta formación- La Moto le contó a Agencia NAN qué significa ser la banda más longeva de la ciudad, el haber decidido vivir para el rock y cuáles son los pasos a seguir.

--¿Qué es La Moto?
Jonás Salvi:-- La moto es la familia.
Mono:-- es la columna vertebral de una familia de músicos, con amigos. La amistad como hermandad. Somos una piedra en bruto a la que estamos intentando sacarle brillo. Yo no cantaba y me entusiasmó hacerlo así que parece que seguiré. Estamos más que contentos con esto la grabación de No terminé todavía, letra y música que dejó el “Rulo” antes de morir.
Willi:-- Nosotros pensábamos que El Tío no iba a poder cantar y al final se puso las pilas y le salió. Es difícil “reemplazar” al vocalista de una banda de rock and roll con 4 discos atrás, con toda una obra y una historia. Pero el público ya lo conocía y entendió que no se trata de reemplazar, sino de continuar. Además canta el Mono pero en otros temas está Adrián (por Pérez), que fue buscado por Rulo para cantar y tocar la armónica.

--¿No terminé todavía, tiene que ver con el legado vivo que dejó el “Rulo”?
Mono:-- Nosotros no hacemos más que continuar el legado tan rico que nos dejó con Sobreviviente (1991), Astral (96), Te regalo una estrella acústico en vivo (2001) y Aguante Corazón(2006). Todavía quedaron temas afuera de No terminé todavía (2011) con los que podríamos grabar dos o tres discos más.
Jonas:-- El disco íbamos a comenzar a grabarlo con él. Habíamos reservado sala para el 8 de diciembre de 2007 pero mi viejo ya andaba mal. De hecho se murió un día antes del que habíamos pautado para grabar, aunque ya habíamos desistido, claro está. Sus letras nos hacen pensar que vive, tocando sus canciones lo tenemos cerca.
Mono:-- Igual nos costó mucho sacarnos la pena, pero hoy ya podemos subirnos y tocar con la alegría que tocábamos cuando estaba él. Hoy por hoy se nota que la banda sube contenta y alegre al escenario.
Willi:-- Creo que el rock and roll se lleva en la sangre. El año de su muerte estuvo internado más de 15 veces por su cirrosis, y él no quería que bajásemos los brazos. Después nos pidió ser cremado y lanzado al río. Por eso hicimos el ritual. Después de su muerte, nos aferramos todos a la Moto, a la música. Fue una forma de no morirnos con él. Hicimos el recital tributo homenaje, el 30 de diciembre del 2007, 23 días después, porque él siempre quería tocar gratis en el centro para los pibitos de la calle y fue tanta gente que nos sorprendió. La gente aplaudía igual, como un reconocimiento y un apoyo espiritual por la muerte del Rulo, mucha gente llorando. Fue algo muy emotivo.

--¿Cómo será el disco y cuándo la presentación?
Gabi Quiroz:-- A comparación de los otros discos de La Moto, en éste nos permitimos hacer variación de estilos, mezclando las generaciones que forman parte de la banda y sus diferentes conocimientos musicales. Vamos del rock and roll, al blues, al reggae, algo ska, rythm and blues, guajiras, bosanova. Todo pero siempre con la misma esencia del rock. Y en esa mezcla de estilos nosotros nos definimos como rock callejero, porque las letras se vuelcan a la vida cotidiana y a las vivencias con la gente.
Mono:-- Además del rock está la jerga que usa mi hermano en la composición. No es lo mismo decir “me voy” que “me tomo el palo”. Eso tiene que ver con expresiones callejeras. “No terminé todavía, sobrevivo porque soy parte de esta jungla que es la vida, parte de este mundo donde estoy, transformando en arena las piedras que son pruebas que pone el destino. Voy tirando zapatillas viejas que gastó el camino, ¡ey!, soy feliz, de posta que lo soy. Y ¿cuántas carcajadas aún me quedan? Sospechá”, dice la letra que le da nombre al disco.
Mono:-- La idea sería presentarlo en noviembre en el Club Pacífico, con un show de más de dos horas, que recorra también los temas viejos. Y, como somos “viejos” queremos que salga el disco con la entrada, así, fetichistas, nada de internet. Aunque sabemos que en México, Perú y Ecuador se venden discos pirateados y nos encanta que lo hagan para escucharnos.

No alcanza el espacio físico para describir una historia que le da larga vida al rock. Una banda mensajera, aplanadora, familiera y, sobre todo testimonial, cuyas letras no dicen lo que hay que hacer, sino que dan un punto de vista. No es “ahí, en la villa”, sino “descalzo y con poca ropa el pibe de la villa va, pidiendo en las estaciones diez mangos para morfar, y le cortan el rostro y lo mandan a laburar. Tiene hambre y siente frío y sigue caminando igual”. Resuena a lo lejos la voz de un hijo de la vida que no terminó todavía de escribir su propia historia.