domingo, 18 de septiembre de 2011

Voces en llamas


Neuquén > Las cenizas que quedaron en la atmósfera debido a la erupción del Cordón Caulle  siguen complicando las cosas en el valle. Eso quedó demostrado el pasado viernes, cuando en Teatro del Viento Shaman Herrera, el músico de La Plata invitado por su colega Bicho Bolita,  se subió a tocar con sólo algunos de los “hombres en llamas”.  Por eso, al show le faltó fuego. Esa cadencia rock que le imprimen su baterista y bajista. Sin embargo, de a poco el público fue entrando en confianza, y el hombre de galera y saco largo demostró cómo hacer un concierto que, sólo con vientos,  imprima en la cabeza del oyente algo más que los restos de un fuego mal apagado.
En un show semiacústico, Shaman realizó un recorrido por los temas de su último disco homónimo –también conocido como el disco plateado- en el que se destacan los temas “La Niebla” y “Casi llorando”. Además, sonaron temas de sus discos anteriores “Respiran humo”, “Diadema” y “En el mundo del fuego”.
Una voz poderosa y muy particular, que pega alaridos animalescos  e introduce los hömeii, un canto gutural ruso, más las letras que Herrera canta pero narra como un payador del desierto patagónico (melancólico, solemne, un tanto oscuro), son la fórmula que músico de Comodoro Rivadavia ha sabido encontrar para convertirse hoy, en uno de los referentes de la movida independiente de La Plata.
Por su parte, el Bicho Bolita y Los Paris Gatitos demostraron por qué cada vez que se presentan en vivo lo hacen a teatro lleno. Composiciones líricas desde el interior de un cantante introspectivo y muy buen frontman, una voz que cautiva por expansiva y el despliegue de una banda potente.
Así, la noche se convirtió en un guiño entre dos de las voces que comienzan a despegarse del under y que, con la música como excusa, nos muestran sus formas de ver el mundo.

sábado, 17 de septiembre de 2011

Cine de Sudestada


Con sus dos últimas producciones los realizadores neuquinos Iñaki Echeberria y Fabio Rodriguez Tappa, recibidos de la Universidad del cine y el ENERC respectivamente, lograron abrir la cancha hacia nuevas historias que reflejan el pasado y el presente de una Patagonia que siempre estuvo cerca.

Por Guillermina Watkins
Fotografía gentileza Fabio Rodriguez Tappa

Neuquén, septiembre 14 (Agencia NAN-2011).- Rescatar las historias que esconde la Patagonia, tierra que ha visto muchos pies poblarla, fue una de las premisas que los realizadores audiovisuales Fabio Rodriguez Tappa e Iñaki Echeberría persiguieron desde su camino artístico. Además de ser testimonios de la vida en ese suelo al sur del país más al sur del mundo, El Mundial que nunca se jugó, basado en el cuento de Osvaldo Soriano, y Chaneton, el documental, fueron elegidas entre más de cien presentaciones dentro de los concursos que el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (NCAA) lanzó el año pasado en el marco del Plan Operativo de Promoción y Fomento de Contenidos Audiovisuales y Digitales del Sistema Argentino de Televisión Digital Terrestre, como representantes de Río Negro y Neuquén respectivamente.

“Con esto se nos abre la cancha. Es el momento de contar las historias de la Patagonia sin caer en las tendencias for export. Es un despertar”, resaltó para Agencia NAN Fabio Rodríguez Tappa, uno de los mentores de la dupla Vamos viendo, con la que, entre otras producciones, trabajaron para XXY de Lucia Puenzo (2007) y On the road (2010), la versión audiovisual de la novela de Jack Kerouac producida por Francis Ford Copolla y dirigida por Walter Salles.

La primera gran historia
Tanto Tappa como Echeberría se encontraron, en pleno sol de febrero, cumpliendo con los roles de guionistas, realizadores y directores. Las producciones fueron filmadas en Barda del Medio, una localidad ubicada al norte de Río Negro, donde se estima viven alrededor de 1500 personas; pobladores que formaron parte de las filmaciones como extras.

“Hablar de Chaneton es como hablar de San Martin, porque para la ciudad fue muy importante aunque pocas veces se lo recuerde. La Patagonia está llena de historias para contar. Una vez, en un viaje a Hua Hum (San Martín de los Andes), me contaron la historia de Martin Bresler, un sudafricano que llegó a la ciudad a fines del XIX para trabajar en el campo. Luego cayó preso, por delitos nunca comprobables. En la cárcel organizó la fuga de presos más importantes de la Patagonia días antes de obtener el beneficio del indulto por extranjero, que derivó en la Matanza de Zainuco. Pero él logró escapar a caballo, cruzando el río Limay y el Collon Cura en invierno y, cuando lo agarró una nevada en el cruce de Hua Hum, mató a su caballo y se metió en su vientre para no morir congelado. De esa historia oral que cuentan los paisas se desprendió inmediatamente la de Chaneton”, destacó Rodriguez Tappa.

El relato es llevado por tres historiadores de la ciudad: Enrique Masses, Fernando Casullo y Santiago “Polito” Belmonte. Ellos construyen la historia de Chaneton en base a una pregunta que los directores, aún viviendo en Buenos Aires, comenzaron a hacerse: “¿Qué es lo que encanta de Neuquén y especialmente de la Patagonia?”

“Si bien hay belleza, muchas de las ciudades no son agraciadas por la cuestión climática. Son ásperas, pero la gente se queda porque las quiere y, sobre todo, porque son tierras de soñadores. Imaginate lo que era hace cien años, y muchos se quedaron. Como Chaneton, que vino con el sueño de defender los derechos de las personas y, por denunciar una matanza, tuvo que soportar que el gobernador (Eduardo) Elordi le sacara el apoyo oficial a su diario y ser asesinado camino a Buenos Aires, hacia donde se dirigió dispuesto a denunciar ante el presidente (Hipólito) Yrigoyen la matanza de Zainuco, donde fusilaron a los presidiarios”, destacó Rodriguez Tappa.

Un mundial que si existió
Uno de los enamorados del sur fue el periodista Osvaldo Soriano quien, atravesado por la monotonía de la estepa, lanzó el puntapié: en 1942, el Mundial no pudo realizarse debido al conflicto bélico de la Segunda Guerra. Sin embargo, como un presagio, Soriano escribió que en el pueblo de Barda del Medio (poblado por muchos inmigrantes, como toda la Patagonia), la copa máxima del fútbol se había llevado a cabo.

Así, el documental de Rodríguez Tappa y Echeberría se inicia cuando un poblador del lugar, después de leer el cuento, se pone a investigar cuánto hay de ficción y cuánto de realidad. Para ello, entrevista a los viejos jugadores y arma un audiovisual intercalando las charlas con imágenes de aquel famoso certamen. Italianos, alemanes, polacos, todas las nacionalidades participan de la competencia en la ficción e, incluso, miembros de pueblos originarios disputan la final con los germánicos.

“La idea se nos ocurrió cuando veníamos desde Buenos Aires viajando en una citroneta. La historia se fue dando de manera natural a medida que conocimos el lugar. Elegimos a Enrique Esteban como protagonista, hijo de uno de los creadores del clásico Ramos Generales del pueblo. Todo el equipo técnico, actores, extras y músicos (alrededor de 150) es o nació en la zona. Después de filmarlo y hablar con la gente, nos dimos cuenta que Soriano no estaba tan loco. La sensación fue que sí, el Mundial del 42 se jugó acá y no mucha gente se enteró”, concluyó Rodriguez Tappa quien se encuentra, también, en plena producción de otros guiones referidos a la vida del cura Don Jaime de Nevares, quien tuvo un rol fundamental para la sociedad neuquina durante la última dictadura militar.

“Hoy dejemos las puertas de la iglesia abiertas porque seguro alguien se va a venir a refugiar”, es la frase con la que Nevares comenzó su vida de servicio a los más desprotegidos. Con él, la iglesia fue verdaderamente la casa del pueblo. Pero también hubo sucesos importantes como fue el Choconazo, en 1969, o las puebladas de Cutral Co desde la década de los cincuenta. En Neuquén no anda el colectivo y la gente lo toma. Somos ásperos en un lugar áspero”, fue la conclusión a la que, en primeras líneas, logró llegar el realizador.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

La renovación del Folk


Shaman Herrera, representante de la movida indie platense, se presentará por primera vez en la ciudad junto al Bicho Bolita y París Gatitos. Será el viernes, a las 23, en Teatro del Viento.
 
Neuquén > Sus amigos dicen que es una persona sencilla, como una especie de "gurú chamánico". Sus seguidores platenses dicen que cuando él canta, ellos se elevan del piso. Lo cierto es que, este muchacho de 30 años, oriundo de Comodoro Rivadavia, es una semillita más que alimenta al rock platense que pareciera reproducirse paralelamente a la humedad. "Rock platense", fenómenos que de todos modos tiene que ver con una cuestión de pertenencia y no debido a un sonido en común, más allá de algunos guiños estilísticos entre algunos proyectos.
Shaman Herrera se parece a Ignatius Reilly, el personaje principal de la obra del escritor norteamericano John Kennedy Toole, "La conjura de los necios", ganadora del premio Pulitzer en la decáda de los ochenta. Es un hombre enorme, con una voz grave, pero sólo físicamente se parece a ese tocayo oscuro y tirano de Estados Unidos.
Él, como contracara, se convierte en uno de los personajes principales de la nueva “ola indie” de la ciudad de las diagonales, no sólo por su música sino porque su sello distintivo aparece en la producción de  muchas otras bandas.
Para quienes quieran escucharlo podrán hacerlo el viernes, a las 23, en el Teatro del Viento (J. B. Justo 648), ocasión en la que presentará su último disco homónimo –también conocido como el disco plateado- que contó con la producción de Daniel Melero y realizará un repaso por sus cinco producciones anteriores, compuestas por discos de corta duración.
Estará acompañado por su amigo y colega neuquino/platense, El Bicho Bolita y su banda, los París Gatitos.

Cronista suelto
Shaman acaba de llegar de Europa ya que acompañó a “El Mató a un policía motorizado” en su gira. Una especie de “viaje de aventuras” que lo llevó a recorrer varios países, como Francia y Holanda, presentándose en "barcitos escondidos de pueblos perdidos a los que sólo se llegaba a dedo".
Allá, también presentó su disco que, además de haber sido producido por Melero (él dirá, “se lo propuse como en un acto de locura porque él siempre hizo pop y aceptó”) fue editado en simultáneo por Laptra (el sello de El Mató y de 107 faunos, entre otras bandas), Mandarinas Records y Peatón Discográfica.
Ahora, a días de presentarse en Neuquén por primera vez, él también se lo toma como un desafío: “Estoy muy contento de ir. La vez que fui con Sr. Tomate me trataron muy bien. Además está el Bicho Bolita, que es uno de mis grandes amigos y un referente de la canción independiente para mi desde que llegué a La Plata. Me animo a decir, también, que es uno de los mejores cantautores del país”, destacó Shaman Herrera.
En la oportunidad, además de sus históricos compañeros Tulio Simeone en batería y Tomás Vilche en bajo (de Comodoro Rivadavia y miembros de La Patrulla Espacial), estarán Esteban Cárdenas en guitarra, Nicolas Vigorado en trombón y Cristian Puschel en trompeta. “Todos de Comodoro”, dirá Herrera, orgulloso entredientes de sus orígenes patagónicos.

Música patagónica
“Los temas hablan de la temática con la que comencé hace ya muchos años. Es música que defino como patagónica, donde las letras hablan de esos paisajes y sensaciones que se generan cuando llegas a la Patagonia. Una introspección dentro de la inmensidad del paisaje”, destacó el cantautor que, en vivo, larga sus famosos hömeii, -canto gutural y místico que utilizan los pastores en las planicies rusas de Tuva-.
¿Por qué no volver entonces? “Siempre volvemos al sur, pero acá, además de la música, hemos armado nuestros proyectos de vida. Igual, la idea de la vuelta – como para muchos estudiantes- siempre está presente”, agregó el mismo hombre que sabe que es parte de algo más grande dentro de la movida independiente del rock, pero que llegó a “ser lo que es, sin pensarlo mucho”.


ESCENARIO
Reformistas culturales

Neuquén > Desde siempre, La Plata fue una especie de “hermana menor” de la Capital Federal. Sin embargo, a pesar de la sombra que la gran urbe produce, la ciudad de las diagonales (o donde las calles no tienen nombre, parafraseando a U2), siempre fue moderna, altiva y singular.
Y todo ese sueño de los europeos que la construyeron, se tradujo al rock. Nacieron frutos maduros como Los Redondos – después de la experiencia de La Cofradía de la Flor Solar - y Virus. Más acá, quizás con menos popularidad pero no por eso menos fuerza, los Peligrosos Gorriones, Las Canoplas, Estelares, Mister América, Adicta (que venían de los ochenta con Víctimas del Baile e Increíbles Ciudadanos Vivientes).
Lo cierto es que, debido a la amalgama de estudiantes que llegan de todos lados cada año  (sobre todo de la Patagonia, de Buenos Aires y con menos incidencia del Litoral), se forman menjunjes que, además de experiencias de supervivencia desprenden proyectos que se reproducen al ritmo de la humedad bonaerense.
Comenzaba  2004, tuve la oportunidad de vivir un tiempo largo por aquellas coordenadas y, paralelamente al paso de los meses, fui conociendo muchas bandas con las que entablamos una cordialidad de quien cree entregarle su fidelidad a un movimiento más grande.
Todas, y cada una de ellas, tienen una única obsesión: no parecerse a nadie y son proclives – al menos eso creíamos que ellos hacían- a crear pequeñas reformas culturales.
Más acá, los eternos contrastes reactivaron la dinámica cultural platense, donde la ansiedad se convertía en creación y se sumaba la poética siglo XXI.
Así, surgió “El Mato a un policía motorizado”, “Norma”, “Sr. Tomate” (dentro del rock alternativo), y actualmente, este hombre de Comodoro Rivadavia que ayuda a tejer la maraña de una generación que vuelve a tener al rock como carta de presentación. (G.W)

lunes, 5 de septiembre de 2011

¿La familia ante todo?

 

Por Guillermina Watkins
Neuquén >¿Hasta cuándo puede mantenerse una mentira?¿La familia es sólo una empresa que debe conservarse cueste lo que cueste? ¿El fin justifica los medios? Estos fueron los interrogantes que durante el fin de semana, los cientos de neuquinos que se acercaron al Teatro Español a disfrutar de “Todos eran mis hijos”, la obra dirigida por Claudio Tolcachir, se plantearon.
La apuesta basada en la novela que lanzó a Arthur Miller en 1947, contó con las excelentes actuaciones de Lito Cruz, Ana María Picchio, Esteban Meloni, Vanesa González y Martín Henderson, quienes mantuvieron expectante a un teatro colmado. Durante una hora, la obra supo conjugar una potente carga dramática con los típicos gags argentinos.
De este modo, la puesta dibujó una familia tipo que, después de la Segunda Guerra Mundial -y luego de que uno de sus dos hijos se suicide en combate -, pareciera haberse estancado en el tiempo.
Su madre lo espera ciegamente, al igual que su padre, quien salió airoso de un juicio por haber vendido a las Fuerzas Armadas armamento en mal estado, lo que causó la muerte de 21 pilotos.
Mientras tanto, el otro hijo se enamora de la ex pareja de su hermano, y la invita a regresar al pueblo. Es en ese viaje de vuelta, los velos de la familia -y los de una sociedad que convierte a sus “héroes” en “nadie”- comienzan a caerse.
Con la llegada de Ann se descubre la culpabilidad del padre de familia que, a costa de hacer negocios, arriesgó la vida de los pilotos e hipócritamente condujo a la muerte de su hijo. Detrás de esto, se encuentra la mujer que silenció para proteger a su marido y el otro hijo que, sin saberlo, fue funcional a esta estructura “empresarial” de la familia.
Y en ese vacío de la mentira, el fin: el padre se suicida, dejando más desnuda a su familia que antes.
Así, “Todos eran mis hijos”, además de una gran obra de teatro es una invitación a la reflexión que atraviesa décadas.