domingo, 23 de octubre de 2011

"El amor en los tiempos de Drácula"


 Con excelentes actuaciones, un vestuario por demás a la altura de la historia y la música de Ángel Mahler, con leves toques tangueros, "Drácula" dejó su brillo y huella en el Español.

Neuquén > "Drácula, el musical",  de Cibrián-Mahler, se encuentra cumpliendo 20 años sobre las tablas y para festejarlo salió a rodar con un elenco joven, renovado e impecable que dejó todo sobre el escenario, en su primera presentación el último viernes en el Cine Teatro Español. Entre las novedades de la edición 2011, se encuentra el lanzamiento de la carrera como comediante musical de Candela Cibrián (sobrina de Pepe) en un rol protagónico y fundamental: el de Mina Murray que alguna vez supo interpretar Cecilia Milone. Renovada, fresca y con un estilo más moderno, Candela brilló con su estupenda voz.
Mientras que de aquellos fundadores el único que sigue dando su parte es Juan Rodó a quien, como el Conde que encarna, parece no pasarle los años. El resto, increíble potencia lírica, actoral y desenvolvimiento ante el público.
Como toda la literatura del mundo, Drácula no es ni más ni menos que una historia de amor y desamor con esa impronta de la poética fantástica de finales del siglo XVIII que siempre tiene una fuerte carga dramática.
De este modo, Jonathan Harper, empleado de la firma Hawkinsm es enviado a Transilvania a entregar las escrituras de las propiedades compradas por el Conde Drácula en la ciudad de Whitby. Lo que no sabe es que ese conde es un vampiro humano.
Mientras tanto, su pareja Mina lo espera en su mansión y recibe la visita de su mejor amiga Lucy que está destinada a casarse con su primo Arturo.  Pero la visitante cae en las garras del Conde y se convierte en vampira y el joven, que llegó al castillo a pesar del aviso de los aldeanos, logra escaparse de las garras del Conde (un malvado sensible al fin y al cabo) y reencontrarse con su amor, Mina.
Sin embargo, el Conde al ver a Mina cae bajo el poder de sus encantos que le hacen acordar a la única mujer que él amó y, bajo todos los medios, logra llevársela consigo para convertirla en su mujer. Pero Mina, que es más fuerte y no lo ama, lo desprecia con inteligencia y el Conde la deja ir. El resto no será más que dejarse llevar bajo las oscuras manos de la muerte, porque de nada le sirve continuar con su costado malvado de la mano de la soledad. O, como musitó el mismo Drácula antes de morir: “Para qué quiero la eternidad si no puedo hacerte mía”.

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