sábado, 29 de mayo de 2010

Discos: "Todos los ocasos" (La Patrulla Espacial, 2009.-)

El cuarteto patagónico ofrece doce canciones que combinan el blues argentino y el kraut rock. Los climas envolventes, las letras cómplices y los mensajes oscuros que priman en sus presentaciones en vivo también componen la estética de su primer LP.
Por Guillermina Watkins

Buenos Aires, mayo 24 (Agencia NAN- 2010).-
“Toda la noche esperaste el blues, toda la noche”, canta Tomás Vilche (o Bowie, su nombre artístico) en el quinto tema de Todos los ocasos, primer larga duración de La Patrulla Espacial. Sin embargo, a esa altura, quince minutos del blues contemporáneo más espacial suenan en la cabeza del oyente predispuesto. ¿Por qué? Porque estos músicos de las provincias de Tierra del Fuego y Chubut que se mueven en el circuito de La Plata parecieran querer acercar la tradición de los memorables primeros cuatro discos de Pappo's Blues, pero también los vestigios de una tradición que viene del kraut y del camino repetitivo y expansivo.

Así como la fuerza que despliega en vivo, los climas envolventes que el cuarteto brinda en doce temas liberan los sentidos, con letras cómplices y mensajes oscuros para despertar a los quietos e incitarlos a tomar una
coupé antes de viajar por terrenos cordilleranos. Aquí, el noise de La Patrulla inicia su recorrido con “Blues de algún lugar”, tema clásico de riffs pegadizos, armónicas y wah wahs machacantes que hablan del amanecer después de la oscuridad. Luego llega “El perfume”, el hit, un rock and roll tan directo como cualquier tema de Pescado Rabioso: “¿Qué significan esos ojos hoy?”, grita Bowie en el final del estribillo y las guitarras de Lucas Borthiry van para adelante, dándole dramatismo a la canción.

A “El hogar de nuestras vidas” le sigue “Me voy de casa”, un blusecito de armónicas dylanescas, más alegrón e instrumental que el resto y que sólo dura 52 segundos. “Toda la noche” vuelve a marcar un momento de subida y “Blues para la última salida del sol” plantea la soledad de esa estrella, que pareciera morir mientras amanece. “Todos los ocasos” y “Boogie de humo” son bien rifferos, no terminan de arrancar y dejan con ganas de más.

Para esa ansiedad, “Psicodélicos sonidos boogie”, o el tema que podría ser el “Masacre en el Puticlub” de La Patrulla; “Hacé lo que quieras”, un blues bien
noisero y escéptico; “El alma de las cosas muertas”, un tema oscurito y de guitarras densas y acopladoras; y finalmente “El cuervo dorado”, canción colgada, corte western, de última resaca de algún viejo blusero, de esas que se repiten en alguna computadora de barrio un domingo por la tarde.
MySpace: www.myspace.com/lapatrullaespacial

Resaltando la imperfección


Ana Utrero es una artista ansiosa de fines del siglo XX. Desde Extremadura a La Habana, la diseñadora gráfica amante del cine, comenzó un viaje que la traería a tierras argentinas. Acá se quedó, y desde hace un mes organiza ciclos que están dando que hablar: Mamá Domingo propone un espacio de intervenciones artísticas con el fin de dejar afuera los prejuicios y darle rienda suelta a la imaginación.

Por Guillermina Watkins
Fotografía gentileza de Mamá Domingo

Buenos Aires, mayo 20 (Agencia NAN-2010).- Los afiches de Mamá Domingo llaman la atención por su característica estética punk y under. Sin embargo, al fijar la mirada en esas publicidades, muy lejos están de presentar
una matiné festihardcore. Contrariamente al ritmo de los bombos en negra y las guitarras distorsionadas, el festival que organiza la artista Ana Utrero propone tranquilidad, relajación, extrañamiento y dinamismo.

La propuesta es innovadora por donde se la mire. Consta de la intervención de artistas sobre la proyección de una película entre los márgenes del
libre albedrío, gran protagonista de cada encuentro. A saber, desde la experimentación personal, cada domingo el evento se materializa: diseñadores, actores, músicos, artistas plásticos y fotógrafos hacen lo suyo sobre una filmación rigurosamente seleccionada por Utrero, a partir de la espontanea creación y resignificación de las imágenes que se hayan despertado en ellos.

Desde luego que el rodaje deja de ser el mismo porque pasa a ser manipulado por el espectador. El concepto esbozado por Utrero es la psicomagia. Es decir, cada una de esas mediaciones, son actos de psicomagia, término esbozado por el director de cine chileno Alejandro Jodorowsky, que alguna vez planteó, como punto primordial de su manifiesto, que “todo lo que arrastramos tiene que retorcerse hasta sublimarse. Todo lo que hemos recibido es un tesoro, no es necesario eliminar una parte. Hay que fecundar lo que nos viene dado”.

Entonces, es desde esa concepción del arte que tiene como finalidad “curar porque sino cura no es verdadero” que Mamá Domingo pretende convocar a los artistas, pero también a otros públicos, para sublimar “las penas, las historias, aquellos problemas que se arrastran desde siempre a través de una acción concreta, algo que es materializado, realizado y que no queda sólo en palabras”, según cuenta Utrero en diálogo con Agencia NAN.

Así, a partir de ubicarse en escena y romper con los prejuicios
y lo que sólo dicen las palabras, los hechos salen a la luz y después de eso, ya no hay vuelta atrás. Actores que arrojan verduras u objetos sobre la filmación, al igual que proyecciones de otras imágenes sobre la misma película, teatro de sombras detrás de una cortina, actuaciones o reinterpretaciones de la filmación; todo puede pasar cuando Mamá Domingo empieza.

De todas maneras, ese espacio se convierte en “anónimo”. Por lo tanto, se lleva a una pérdida de identidad que es lo que más preocupa a los artistas a la hora de despojarse del miedo, en una cultura donde “el yo deja de tener tantas reservas y deja de sacrificarse por ser perfecto. Acá podés ser imperfecto, porque se trata de eso, de jugar. La finalidad del ciclo es que todo sea un juego”, concluye Utrero.

La próxima cita será el domingo. Entonces, se proyectará la primera película de Almodóvar, Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón, y tocará la banda Peter Pank & Los Chicos Perdidos, además del Dj Lima. Será en El Emergente Club Bar, Gallo 333, Ciudad de Buenos Aires, a partir de las 20.

miércoles, 5 de mayo de 2010

"En los jardines" (Negativo, 2010).-


Un disco breve, oscuro y ambiguo, pero a su vez rockero y climático. El primer opus del cuarteto salda una deuda pendiente con el brit pop en la La Plata.

Por Guillermina Watkins

La Plata, abril 26 (Agencia NAN-2010).- Guitarrero y melancólico, de calles que podrían ser inglesas en pleno otoño oscuro, En los jardines, ópera prima de Negativo, se lanza a los oídos melómanos como una buena dosis de britpop, género relegado hace años en la ciudad de las diagonales. Así, “La máquina del power pop” --según la etiquetan en la escena rockera local-- llega a las bateas indie con un disco de aproximadamente 30 minutos que entrega diez temas en español e inglés.

Con más de tres años de presentaciones en La Plata y en la provincia de Buenos Aires, la banda integrada por Juano (batería), Juanpa (bajo), Faber (guitarra) y Marian (voces y teclados) deslumbra con un LP de rock sombrío con sonido impecable. Editado y masterizado por sus integrantes, En los jardines presenta una oscuridad ambigua: los riffs poderosos no permiten bajar un segundo la adrenalina, pero a su vez, la voz y los cortes aclimatan al oído hacia una atmósfera más del clásico post-punk. “Quisimos representar momentos reales y no. Oscuridad, ambigüedad, metáforas que rocen la poesía, pero más simples”, comenta Juanpa a Agencia NAN.

Se conocieron entre la noche platense y la Universidad Nacional de La Plata. Y al calor de Placebo, Sonic Youth y The Strokes decidieron armar su propia formación: Negativo, que como su nombre lo advierte siempre está por “revelarse”. Y vaya revelación lograron: cuando tocan despliegan una verdadera máquina de guitarras machacantes y una batería que es un relojito.
Así, “Limo”, una canción de fuertes altibajos melódicos y dramatismo lírico, lanza al oyente a un viaje que conduce hacia las entrañas de la máquina del power pop. Le sigue “Mochilas”, un tema que se codea con las típicas baladas pop de los '90. Mientras “She said” es un corte bien bauhausero.

Luego, “The ask”, “Sueños mojados” e “Ismos” --en inglés, español e inglés respectivamente-- llegan con baterías rápidas y guitarras que connotan estados de ánimos up and down, como las composiciones de la banda liderada por Brian Molko. Las últimas: “Minolta”, “Tzunami”, “500.000” --que cuenta con la participación de Susan, trompetista de las Dirty Diamonds-- y “Meaningless”, cancioncita que cierra el disco de manera tranquila, abatida y apagada.