miércoles, 27 de octubre de 2010

Infancia y Dictadura: sobre cómo darle voz a lo que está “enquistado en el silencio”.-


Desde hace algunos meses Ángela Urondo le dio vida a un blog casi con la inocencia de una niña buscando su identidad. Así se embarcó en un proyecto mucho más grande que pretende construir las historias de esos chicos que vivieron la dictadura en carne propia y hasta ahora no tuvieron la posibilidad de contarlo. Hoy pueden hacerlo en un espacio que busca recuperar y resignificar parte de esos años duros que quedaron impregnados en la memoria.

Por Guillermina WatkinsFotografía gentileza de Ángela Urondo

Buenos Aires, octubre 27 (Agencia NAN-2010).- La mujer se hizo fuerte. Angie, como la llaman los que la conocen, tuvo que tornarse valerosa a la fuerza. Sin embargo, aún hoy, con sus 35 años, algo la continúa manteniendo niña. Algo que tiene en su mirada, algo que se cuela en sus palabras, algo que ya la deja dormir pero aún la mantiene despierta. Esa niña que, como se autodefine, “está desarmada de las palabras aún no aprendidas y es portadora del sinsentido de no poder asignarle contexto a su tristeza”, intenta explicar en conceptos y términos algo más que un proyecto.

Angie es Angela Urondo, la hija menor del poeta, periodista, dramaturgo, funcionario y militante de Montoneros Francisco “Paco” Urondo y de Alicia Raboy, jóven periodista y militante, ambos asesinados durante la última dictadura militar en Mendoza. Por eso también Ángela es, esa nena de once meses que fue testigo de ese destino que ya había sido trazado semanas atrás cuando desde la cúpula de Montoneros decidieron mandarlos hacia terrenos cordilleranos.

Y ahora, cuando sonríe o habla en doble sentido o con el humor más negro que ella desee, puede detener el tránsito, puede atraer como una serpiente y devorar el momento en una sola palabra. Su voracidad se traduce hoy, en decir lo que antes era no dicho. No quedan dudas que el Gen Urondo, aquel que empuñó las armas para buscar la palabra justa, se traduce en la escritura de Ángela: se nota su vital necesidad de expresarse para sacar máscaras a la luz y desenfundar por primera vez su verdad a través del arte que, claro, nunca deja de ser político.

En diálogo con Agencia NAN Ángela no habla de su infancia de manera directa pero ése es el espíritu que rodea toda la charla sobre su último proyecto virtual “Infancia y Dictadura” (http://www.infanciaydictadura.blogspot.com/). Un blog que se posiciona como la continuación de su primer espacio “pedacitos de Ángela” y como un espacio colectivo que se va acomodando para que todo joven que haya vivido la dictadura de manera directa o indirecta, puede evidenciar su historia a través de relatos o imágenes. Así, el puntapié es la foto que apareció el año pasado con ella en brazos de su padre con la cabeza cortada.

-- ¿Qué te representa esa cabeza cortada hoy?
-- Y bueno, demuestra el comienzo del corte que tuvo mi vida. Por eso, ahora que encaré este proyecto, no lo encaro como hija de desaparecidos, sino que empieza a tomar más magnitud lo que viví en primera persona. Hasta hace un tiempo mis relatos siempre iban en el contexto de la muerte de mis padres y por eso empecé mi primer blog que es Pedacitos de Ángela donde conté mi historia e inicié un período de desapropiación de mi historia para reafirmar mis raíces.

-- ¿Y cómo viene ese camino?
-- ¡Bien! Ahora intento buscar los términos más simples para describir mi historia. Y así fue como llegué, tres años después de empezar a escribirla, a contar fuera de mi ombligo. Me interesó tratar el tema del impacto de la dictadura militar en los chicos. Hablar sobre esos sueños sin sentido y el absurdo. Para empezar a acordarnos de cosas a las que no les podíamos poner palabras por ser, justamente eso, chicos. Pero los sueños son recuerdos y la recuperación es parte de recuperar la identidad. Entonces, en ese marco, es abro el espacio y la gente se empezó a sumar. Es sorprendente cómo después de dos meses y medio, he publicado más de una historia por día.

-- ¿Y cómo surge el proyecto?
-- Hace tiempo que tenía ganas de hacer una convocatoria para el proyecto de arte de una muestra colectiva de hijos de desaparecidos, pero cuando pensé bien todo me dije “no tengo ganas de limitarme sólo a hijos”. Entonces, a partir del eje temático “Infancia y Dictadura”, me di cuenta que no sólo los que somos hijos tenemos un humor particular, sino que también, mucha gente que en algún punto vivió esos años de muy de cerca, también tenía secuelas. Hay un montón de pibes que tienen “efectos de la dictadura” sin tener a sus padres desaparecidos. Además, me pareció necesario romper con eso, con que sólo somos HIJOS, cuando en realidad vivimos la dictadura en carne propia, en primera persona igual que nuestros padres o no. Por eso la variedad de textos es amplia y cuando se mezclan esos relatos de afectados y otros que no, sale lo interesante. O sea, cómo esa dictadura les dejó un registro. Si hubo 30 mil desaparecidos, entonces hubo 30 mil procedimientos por lo menos, y su hubo 30 mil procedimientos, me imagino los vecinos, los familiares, los compañeros de todos esos también son víctimas de la dictadura. Esas son historias que quedaron sueltas y la consecuencia de que lo sigan estando se mantiene hasta hoy.

-- ¿Cómo es el proceso de escritura de las historias?
--Mucha gente empezó a mandarme sus historias después de que yo publicase la mía. Y abajo empezaban a comentarme los sueños que habían tenido. Entonces, lo primero que hice fue transcribir esos primeros relatos, armé el blog, los subí, les pedí permiso y publiqué. Esto hace dos meses y medio; ahora ya recibí como 75 relatos, más de uno por día. Aparte. Por el momento me escribieron de muchas provincias, de Salta, Jujuy, La Pampa, y de otros lugares como Chile y México. Con otra gente saqué relatos de comentarios, charlas y después armaba los textos. Hay un gran abanico de historias y ojalá algún día esto pueda ser un libro. ¿Por qué no?

-- Lo importante es decirlo, ¿no?-- Sí, yo creo que ése es el objetivo central: decir las cosas que de chicos no podíamos decir por muchas razones. En mi caso yo no podía decir porque cuando era chica, no tenía palabras para decirlo y porque recién pude hacerlo de mucho más grande, más que adolescente. Yo no sabía lo que tenía que saber. Además, te decían que tenías que esconder una parte, reconciliarte con otra y, como toda buena niña de modales, agradeciendo siempre.

-- Encima que sos “perdedora” te hacían reconciliarte...-- Decir esas cosas que no podían decir de chicos. Eso no se habla, eso no se dice, eso no se toca. Todo quedó enquistado en un silencio. Y de chicos nos dijeron eso le pasó a la generación de los más grandes. Y eso no es cierto, también nos pasó a nosotros. Hubo un impacto en todos.

-- ¿Consideras que está fuertemente arraigado a lo político a tu arte?-- Sí, claro. Todo esto es escrito con mucha conciencia y desde que se me ocurrió la consigna estaba segura de que iba a tener respuesta porque la idea muy clara. Las vivencias tienen que ver con lo simbólico, es decir, cómo lo simbólico de la dictadura quedó en los sueños, y en los recuerdos. Pero también eso se nota en mi arte fundamental que es la gráfica. Yo me considero dibujante, de hecho he realizado muchísimas obras. La gráfica es mi lenguaje, mi herramienta natural. A través del arte, cuando era chica, salían todo el tiempo un montón de cosas a la superficie que no entendía cómo salían. Recuerdo que en una clase de teatro nos hicieron trabajar sobre un bebé en una cuna y que los profesores se quedaron en silencio cuando me vieron, porque a pesar que yo tuve un corte ahí, había algo en esa relación de madre-bebé que me sensibilizaba y que la podía mantener en vilo. En todos los Urondo hay una necesidad de expresarse: muchos somos artistas plásticos, otros músicos y algunos escriben.

-- Y ahora parece que la historia se va a empezar a escribir a partir de los juicios en Mendoza por la muerte de tus padres y de otros desaparecidos, ¿no es cierto? ¿Cómo empieza todo el proceso?
-- (En tono irónico) El 17 de junio de 1976 íbamos en un Renault 6 y tuvimos un “problemita” con unos milicos asesinos. En ese momento arranca la causa y yo me la pierdo porque estuve con una familia que no era la mía. Pero cuando recupero a mi verdadera familia, me entero de todo y que sus asesinos estaban sueltos porque (Raúl) Alfonsín y (Carlos) Menem les habían dado indulto. Entonces me enteré de mi historia en un contexto re “looser” a nivel legal. Y bueno, pasó el tiempo, en el que muchos luchábamos para no reconciliarnos con los asesinos hasta que se abrieron los juicios por la Verdad y se inició todo este último proceso. Hoy, la causa en Mendoza viene con todos los palos en las ruedas que los milicos vienen poniendo: que nos cambian de juez, que tal y otra cosa, y así no podemos empezar más. Por ahora tenemos fecha para el 17 de noviembre y ojalá de una buena vez por todas, esto arranque. De todos modos, la Cámara Federal de Mendoza está compuesta por jueces que fueron cómplices durante la dictadura en Mendoza, y todos tienen casos de haber aceptado la tortura. De ocho camaristas, cinco tienen muchas pruebas en su contra por haber sido cómplices y están haciendo miles de artilugios para que no los remuevan de sus cargos. Por suerte, somos 18 causas juntas las que tenemos fecha para el 17 y, aunque nos pongan piedras en el camino, ellos ya están muy acorralados por sus propias pruebas. Pero es difícil hablar de justicia en Mendoza cuando estos tipos siguen siendo parte del sistema judicial. Mendoza necesita una purga judicial urgente para seguir adelante.

Ángela continúa hablando de los sueños como espacio donde se puede vivir algo realmente verdadero, a pesar de la realidad. No es casualidad que ella, después de 20 años, haya podido reconstruir la causa de sus angustias a través de los sueños, mucho antes de saber la verdad sobre su primera ruptura fundacional. También habla de collages, de retratos, de caprichos, de pedacitos. Todas palabras en diminutivo, más ligadas a la infancia, pero que en ella siguen resonando fuerte aún siendo adulta, aún siendo madre.

Porque son los sueños, esos recuerdos o mundos paralelos, donde lo imposible se vuelve real. Ahí donde todavía ella es esa misma nena que siente el calor de su madre que la abraza, plantándola con su amor en el mundo para dejar de sentirse huérfana. Y Ángela, ahora es grande y sabe que su función en el mundo es destapar esos sueños, esas realidades, para buscar la palabra justa con los que nombrar esos abrazos no abrazos –como dijese su padre-

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