martes, 11 de octubre de 2011

El Bicho Bolita en el Domingo Terciopelo

 
En el marco de la celebración por los nueve años del clásico Domingo Terciopelo, un espacio auto-gestionado que conjuga arte, expresión y servicio social, El Bicho Bolita & Los Paris Gatitos demostraron porqué son la banda independiente con más convocatoria del Valle de Río Negro y de Neuquén.
Por Guillermina Watkins
Fotografía gentileza El Bicho Bolita & Paris Gatitos

Neuquén, octubre 11 (Agencia NAN, 2011).- Una vez más, todos se dieron cita en el Domingo Terciopelo. Venciendo la modorra intrínseca del último día semanal que marca el calendario, venciendo el viento fresco que tampoco se empecina en anunciar la primavera, la comunidad emponchada se acercó a festejar los 9 años de un espacio auto gestionado que continua remando ante la adversidad: crear un taller expresivo-artístico para los usuarios de salud mental del Valle (de Río Negro y Neuquén) sin apoyo de privados ni del Estado. Pautas de una gran historia de resistencia, de amor y, sobre todo, de compañerismo.

Como es costumbre, el Domingo de Terciopelo “Aniversario” tuvo variedad y estilo. Porque esa es su propuesta: la generación de “comunidad”, integrando a los artistas de la ciudad con las expresiones producidas desde el taller Artepidol. Por eso, como locales que son, el puntapié lo dieron con Un sueño de Locos, la obra de teatro que presentaron el fin de semana pasado en el 11° Festival y Congreso Latinoamericano de Artistas Internados y Externados de Hospitales Psiquiátricos en Mar del Plata, Una puerta a la libertad, organizado por el Frente de Artistas del Borda.

Después del show de Atrás hay truenos, de soplar las velas de una gran torta hecha por el colectivo de Despresadas de la Unidad de Detención de Mujeres n°16 y de que el grupo de improvisación Tearto de improvisto hiciera reír a los presentes, llegó el turno de El Bicho Bolita & Los Paris Gatitos, banda local que es fija en cada cumpleaños de Artepidol. El público, que hasta entonces había estado sentado, se paró rápidamente y se introdujo en el carrusel de sensaciones que invita la banda que conduce Ricardo Sueldo.

El Bicho y su banda --que completan Mucho en guitarra y violín, Tonga en percusión, Mauri en la batería, Tute en bajo y Lautaro en sonido--, demostraron porqué son la banda con más convocatoria regional: un cantante carismático, popular y natural, que no teme enrollarse en su coraza y sumergirse en todos los ritmos de la canción popular, acompañado de cuatro gatos que la descosen en sus instrumentos. La base es poderosa, Tute se calza el bajo y en una composición plástica, el instrumento se convierte en parte de su cuerpo; lo mismo le sucede al violero que en cada show entabla una relación íntima con su guitarra y el baterista y percusionista que, tocando dos cosas con funciones completamente distintas, unen su cadencia rítmica para meterle rock y son a las canciones del Bicho.

Con ellos, lo oscuro se vuelve alegre, lo romántico sutil, lo alegre una bomba de rock con reminiscencias punk. Una comunión musical que merece un público saltando, enloquecido, ante cada canción o alarido del Bicho Bolita que a veces se parece a Palo Pandolfo, otras veces a Sandro con los del Fuego y a Leo Masliah, pero que siempre es él mismo, capaz de reunir en su canción el más bello concepto de amor con la más dolorosa muerte. Y el miedo, porque el Bicho con la guitarra colgada es como mono con navaja y sus movimientos son estrepitosos así como los rasgueos que desprende de ella. Pero sobre todo la sinceridad de un músico que tiene seguidores (y que realmente son muchos, porque llena teatros medianos que no todos los locales llenan) en La Plata –donde vivió más de cuatro años- y en Neuquén.

El autor de frases como “Miren qué bien que estoy” –esgrimida por sus seguidores platenses que comparte con los de Sr. Tomate como un sinónimo de locura- y canciones como “Tempera Azul”, “Estrellas de papel”, “Satélite”, “Viaje de vuelta”, “Ruta 22”, entre otros (tiene más de cinco discos caseros y otras yerbas) es uno de los artistas más originales de la escena. Con él nacieron los Tomate, pero después de él nacieron muchos más cantautores menos certeros, con una prosa más frágil. Como contracara, la poesía del Bicho es libertina y se conjuga con su particular manera de frasear, espontánea y ágil, desmarcada de los cánones de la canción, inventando sus propios tonos. Por eso su música es simple.

“Vamos a parir otro disco que está en mitad de la grabación”, comentó a modo de cierre El Bicho y, como una especie de gurú de las masas auguró: “seguro tendremos muchísimos encuentros más. Dios Quiera”. Amén.

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