sábado, 17 de septiembre de 2011

Cine de Sudestada


Con sus dos últimas producciones los realizadores neuquinos Iñaki Echeberria y Fabio Rodriguez Tappa, recibidos de la Universidad del cine y el ENERC respectivamente, lograron abrir la cancha hacia nuevas historias que reflejan el pasado y el presente de una Patagonia que siempre estuvo cerca.

Por Guillermina Watkins
Fotografía gentileza Fabio Rodriguez Tappa

Neuquén, septiembre 14 (Agencia NAN-2011).- Rescatar las historias que esconde la Patagonia, tierra que ha visto muchos pies poblarla, fue una de las premisas que los realizadores audiovisuales Fabio Rodriguez Tappa e Iñaki Echeberría persiguieron desde su camino artístico. Además de ser testimonios de la vida en ese suelo al sur del país más al sur del mundo, El Mundial que nunca se jugó, basado en el cuento de Osvaldo Soriano, y Chaneton, el documental, fueron elegidas entre más de cien presentaciones dentro de los concursos que el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (NCAA) lanzó el año pasado en el marco del Plan Operativo de Promoción y Fomento de Contenidos Audiovisuales y Digitales del Sistema Argentino de Televisión Digital Terrestre, como representantes de Río Negro y Neuquén respectivamente.

“Con esto se nos abre la cancha. Es el momento de contar las historias de la Patagonia sin caer en las tendencias for export. Es un despertar”, resaltó para Agencia NAN Fabio Rodríguez Tappa, uno de los mentores de la dupla Vamos viendo, con la que, entre otras producciones, trabajaron para XXY de Lucia Puenzo (2007) y On the road (2010), la versión audiovisual de la novela de Jack Kerouac producida por Francis Ford Copolla y dirigida por Walter Salles.

La primera gran historia
Tanto Tappa como Echeberría se encontraron, en pleno sol de febrero, cumpliendo con los roles de guionistas, realizadores y directores. Las producciones fueron filmadas en Barda del Medio, una localidad ubicada al norte de Río Negro, donde se estima viven alrededor de 1500 personas; pobladores que formaron parte de las filmaciones como extras.

“Hablar de Chaneton es como hablar de San Martin, porque para la ciudad fue muy importante aunque pocas veces se lo recuerde. La Patagonia está llena de historias para contar. Una vez, en un viaje a Hua Hum (San Martín de los Andes), me contaron la historia de Martin Bresler, un sudafricano que llegó a la ciudad a fines del XIX para trabajar en el campo. Luego cayó preso, por delitos nunca comprobables. En la cárcel organizó la fuga de presos más importantes de la Patagonia días antes de obtener el beneficio del indulto por extranjero, que derivó en la Matanza de Zainuco. Pero él logró escapar a caballo, cruzando el río Limay y el Collon Cura en invierno y, cuando lo agarró una nevada en el cruce de Hua Hum, mató a su caballo y se metió en su vientre para no morir congelado. De esa historia oral que cuentan los paisas se desprendió inmediatamente la de Chaneton”, destacó Rodriguez Tappa.

El relato es llevado por tres historiadores de la ciudad: Enrique Masses, Fernando Casullo y Santiago “Polito” Belmonte. Ellos construyen la historia de Chaneton en base a una pregunta que los directores, aún viviendo en Buenos Aires, comenzaron a hacerse: “¿Qué es lo que encanta de Neuquén y especialmente de la Patagonia?”

“Si bien hay belleza, muchas de las ciudades no son agraciadas por la cuestión climática. Son ásperas, pero la gente se queda porque las quiere y, sobre todo, porque son tierras de soñadores. Imaginate lo que era hace cien años, y muchos se quedaron. Como Chaneton, que vino con el sueño de defender los derechos de las personas y, por denunciar una matanza, tuvo que soportar que el gobernador (Eduardo) Elordi le sacara el apoyo oficial a su diario y ser asesinado camino a Buenos Aires, hacia donde se dirigió dispuesto a denunciar ante el presidente (Hipólito) Yrigoyen la matanza de Zainuco, donde fusilaron a los presidiarios”, destacó Rodriguez Tappa.

Un mundial que si existió
Uno de los enamorados del sur fue el periodista Osvaldo Soriano quien, atravesado por la monotonía de la estepa, lanzó el puntapié: en 1942, el Mundial no pudo realizarse debido al conflicto bélico de la Segunda Guerra. Sin embargo, como un presagio, Soriano escribió que en el pueblo de Barda del Medio (poblado por muchos inmigrantes, como toda la Patagonia), la copa máxima del fútbol se había llevado a cabo.

Así, el documental de Rodríguez Tappa y Echeberría se inicia cuando un poblador del lugar, después de leer el cuento, se pone a investigar cuánto hay de ficción y cuánto de realidad. Para ello, entrevista a los viejos jugadores y arma un audiovisual intercalando las charlas con imágenes de aquel famoso certamen. Italianos, alemanes, polacos, todas las nacionalidades participan de la competencia en la ficción e, incluso, miembros de pueblos originarios disputan la final con los germánicos.

“La idea se nos ocurrió cuando veníamos desde Buenos Aires viajando en una citroneta. La historia se fue dando de manera natural a medida que conocimos el lugar. Elegimos a Enrique Esteban como protagonista, hijo de uno de los creadores del clásico Ramos Generales del pueblo. Todo el equipo técnico, actores, extras y músicos (alrededor de 150) es o nació en la zona. Después de filmarlo y hablar con la gente, nos dimos cuenta que Soriano no estaba tan loco. La sensación fue que sí, el Mundial del 42 se jugó acá y no mucha gente se enteró”, concluyó Rodriguez Tappa quien se encuentra, también, en plena producción de otros guiones referidos a la vida del cura Don Jaime de Nevares, quien tuvo un rol fundamental para la sociedad neuquina durante la última dictadura militar.

“Hoy dejemos las puertas de la iglesia abiertas porque seguro alguien se va a venir a refugiar”, es la frase con la que Nevares comenzó su vida de servicio a los más desprotegidos. Con él, la iglesia fue verdaderamente la casa del pueblo. Pero también hubo sucesos importantes como fue el Choconazo, en 1969, o las puebladas de Cutral Co desde la década de los cincuenta. En Neuquén no anda el colectivo y la gente lo toma. Somos ásperos en un lugar áspero”, fue la conclusión a la que, en primeras líneas, logró llegar el realizador.

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