jueves, 20 de agosto de 2009

Los Detectives Salvajes: Toda poesía es política, toda poesía es pública, toda poesía es"



Juan Aiub y Julián Axat, suerte de detectives por la memoria, tomaron la decisión de publicar poesías que son “hallazgos del pasado y el presente que conviven en una misma voz y continúan con la lucha de la literatura que pretende defragmentar a la palabra que no reconoce las tradiciones, las luchas, los amores”; y en respuesta a los que “menemizan la literatura y la sumergen sólo en contextos porteños, banales y llenos de vedettismo”.

Por Guillermina Watkins
Para Agencia NAN
Fotografía de Sergio Otero

Buenos Aires, agosto 19 (Agencia NAN 2009).- Los nuevos rastreadores de poesía se sumergen en el mundo de los escritores desaparecidos y también de los contemporáneos, intentando crear un puente entre dos generaciones. Tamaña empresa que ya llega a su cuarta edición: “En la exacta mitad de tu ombligo”, libro de Jorge Money --poeta asesinado por la Triple A-- que se presentará este viernes 21 en el Centro Cultural de la Cooperación, para exponer un camino que hace unos años comenzaron, junto a su actividad detectivesca. Como todo investigador, llegaron a las evidencias casi de manera casual. En primera instancia, Juan Aiub --hijo del poeta desaparecido Carlos Aiub-- recibió una caja de su abuelo ya en democracia. Adentro descansaban algunos recuerdos de su padre y, entre ellos, una libreta Éxito donde Carlos había reunido sus treinta poemas. Textos que hubiesen sido proclamas olvidadas, palabras casi sin sentido ni destino, si Juan Aiub y Julián Axat, detectives por la memoria, no hubiesen tomado la decisión de publicarlos.

La publicación de los textos de su padre, en junio de 2007, llegó en el momento justo: se cumplían 30 años de su secuestro. Primero fue en formato web y después en papel. Con Versos aparecidos nacían también las grandes ideas. Motorizados por la búsqueda de una palabra silenciada en las garras del poder militar, los jóvenes editores armaron una nueva colección de poesía, “Los Detectives Salvajes”, en la editorial La Talita Dorada, que lleva cuatro libros editados. Dos hijos de la memoria que más allá del fetiche nostálgico de los 60’s y 70’s pretenden unir brechas, trazar el puente entre el ayer y el hoy para entender mejor “quiénes somos o cómo llegamos hasta acá” --en palabras del poeta y editor de la colección Julian Axat-- buceando en el profundo mundo de la poesía; una poesía que aún hoy reclama su parte en el todo social.

“Los Detectives Salvajes” está bautizada con el título de la novela del escritor chileno Roberto Bolaños, donde se narra la lucha constante de dos poetas que deciden rastrear las huellas de la escritora desaparecida Cesárea Tinajero, en México. Después de Versos aparecidos, la piedra de toque del proyecto que lucha contra las armas del olvido, llegó Desear y tener, del poeta platense Juan Martín González Moras; Ylumynarya, de Julián Axat; y el libro del periodista y poeta Jorge Money, desaparecido por la Triple A. Este último contará con la presentación de Lalo Panceira --compañero de militancia y de profesión de Money-- y su hijo Matías.

En diálogo con Agencia NAN, Julián Axat aseguró que las poesías publicadas hasta el momento son “hallazgos del pasado y el presente que conviven en una misma voz y continúan con la lucha de la literatura que pretende defragmentar la palabra social”, la que no reconoce las tradiciones, las luchas, los amores; en respuesta a los que “menemizan la literatura y la sumergen sólo en contextos porteños, banales, llenos de vedettismo”. Documentos literarios que se vuelven joyas arqueológicas preparadas para ser descubiertas por los ojos despiertos y afilados de quienes ansían recuperar la memoria. La mesa está servida y Axat, ácido, responde esperando respuesta.

- ¿Cómo fue el proceso de publicación del libro de Carlos Aiub?
- Fue un proceso para todos, pero sobre todo para Juan, su hijo. Por esto del reconocimiento con su padre en un resultado concreto. Resulta que al enigma de qué es lo que pensaba su padre, en el sentido más íntimo de su vida, lo tenía ante los ojos y no podía verlo. Siempre nos acordamos del cuento de Poe La carta robada, donde se relata la historia de un detective que busca una carta y no puede encontrarla, pero que la tiene ante sus ojos. En este caso pasó lo mismo. Con eso pudo descifrar un poco cuál era su identidad y rescatar una pieza importantísima en el rastro poético de la época. Después nos llegaron varios casos “similares”, incluso con libretas del mismo tenor, con las mismas páginas amarillentas. Está el caso del poeta Joaquín Areta, un chico de no más de veinte años que desapareció en 1978 pero dejó una libretita muy similar a la de Aiub, que es un librito de poemas y de apuntes de militantes, donde se explica además de la poesía cómo se armaban bombas, por ejemplo. También está el proyecto de un poeta de Berisso que ganó una mención en el premio Casa de las Américas, en Cuba, en 1973 y aún estamos rastreando. Tenemos ganas de recuperar las historias de militantes y de desaparecidos de Berisso también, en un lugar del que poco se habló pero que tiene mucha carga política, YPF: el movimiento peronista del 17 de octubre, los obreros de Swift.

- En ese sentido, rescatar la poesía de Money también fue otro hallazgo poético…
- Nosotros nos enamoramos del texto de Money de la “panza embarazada” cuando leímos el libro de la Sociedad de Escritoras y Escritores de Argentina (SEA), Palabra viva. Nos encantó y dijimos “quiero más”. El poema es precioso y está incluido en nuestra publicación. No tiene nombre y Jorge se lo dedicó a su mujer, que estaba embarazada de Matías; y a la libertad, ante todas las cosas. Después de encontrarlo, salimos a buscar y dimos con Alberto Szpumberg que había escrito una introducción al poema en la publicación de la SEA donde contaba cómo él, antes de exiliarse en Barcelona, había tenido la irresponsabilidad de llevarse la carpeta de Money. Después hizo circular ese “poema embarazado”. Alberto nos pasó esa carpeta, con los originales, y armamos el libro. Después rastreamos de manera “detectivesca” a Matías, su hijo, quien nos contó que Jorge había editado tres libros antes pero que no se encuentran en ningún lado porque eran de editoriales independientes. Con el tiempo nos dimos cuenta de que había un poema dedicado a Lalo Panceira, que vivió en La Plata, trabajó en El Día y escribió el prólogo de la Casa de la Resistencia. Me junté con él y hablamos de Money y se enganchó y me dijo: “es mi gran oportunidad para saldar cuentas con mi gran amigo, ‘el petiso’, y escribió un flor de epílogo”.

- ¿Cómo era el vínculo entre poesía, vida y política en aquellos años? ¿Por qué recuperar a estos escritores?
- La poesía en aquellos años tiene la misma relación con la vida y la política que la de hoy. Al menos con la que pretendemos mantener nosotros. La poesía vinculada a una forma de vida. No me gusta llamarla “poesía política”, más allá de que poetas como Aiub y Money enmarcaban su vida, y su poesía, en un proceso revolucionario. Siempre me acuerdo de cuando leí una biografía de Urondo, la de Pablo Montanaro, y me quedé pensando en la crítica que hacía Noé Jitrik sobre que Paco, como antes había participado en Poesía Buenos Aires donde escribía una poesía selecta y burguesa, había perdido su intimidad porque se había radicalizado políticamente. Para mí nunca la perdió, en realidad hace un salto hacia otras temáticas, un espiral que va y viene, pero la poesía política nunca deja de ser íntima. Toda poesía es política, toda poesía es pública, toda poesía es. No existen los lenguajes privados; como dijo Wittgenstein, los lenguajes son siempre públicos, incluyo también a los textos poéticos que se consideran más intimistas.

- ¿Por qué?
- Ese egocentrismo literario autorreferencial, de ensimismamiento total, no existe porque el lenguaje es siempre para otro. Por lo tanto, el concepto de poesía política y social no tiene siempre que apelar a la revolución social o a una reivindicación. La poesía más neutra, más acética, la más pura, la más intimista, son formas más exquisitas de hablar de la realidad, pero no dejan de ser poesía social y además responden a los cánones de la época. La poesía era y fue su forma de vida. No estaba separada la escritura del acto cotidiano de encontrarse con sus hijos y el trabajo. Ahí Rimbaud hablaba de que “el poema es el poeta”: no hay corte, no hay separación entre poesía y poeta, el poeta es esos versos que caminan. De ahí que de Urondo se diga: “Empuñé las armas porque buscaba la palabra justa”. Urondo siempre decía que la poesía en él significaba, también, llevar el arma en el bolsillo.

- O como decía Alejandra Pizarmik: “hacer el cuerpo del poema con mi propio cuerpo”.
- Exacto. Entonces no creo que un poeta pueda pensar la poesía como un libro nomás. La publicación es un hecho meramente circunstancial. De hecho, está probado desde el libro de Money, que él no vendía libros, los regalaba. El poeta no hace disociación, aunque tenga que vivir una vida clandestina y después ir todos los días a su trabajo, a su oficina de prensa, para después volver a su casa a ser poeta. En Money no hubo disociación entre su vida, la política y la poesía. Mientras que no se enteraran sus jefes de El Día o después de La Opinión, todo bien. Después vino su secuestro en 1975 y la aparición del cuerpo en los bosques de Ezeiza, a los 29 años, torturado y sin uñas.

- ¿Cómo ves la relación entre poesía actual y política?
- Nosotros no queremos buscar nuevos Moneys, Urondos o Aiubs. Simplemente queremos mostrar otras voces opuestas a los que sacralizan a los poetas de los 60s o los que hablan del “fin de las ideologías” en todo sentido. De hecho, si vos lees los versos de Desear y tener, de González Moras, tiene muchas vueltas de tuerca, es más críptico, con otro trabajo poético, quizás más parecido a Pizarnik, donde la política está puesta en otros barrocos, en otras líricas posibles. Los 90s dejaron una poesía desarticulada, de salón, puramente porteña, menemista, que deja fuera la tradición de las provincias, lo que está por fuera de lo que ellos han hecho. Yo no puedo creer la antología que hizo Vigo Mortenssen hace poco: reunió poetas que no representan ni un poco lo que es hoy la poesía argentina y ¡se olvidaron del resto del país! Siguen dando vueltas sobre el vedettismo, sobre Buenos Aires. A nosotros no nos representan Fabián Casas y otros escritores.

Julián se ceba al hablar. Desde la trinchera platense se anima a enfrentar a cualquiera porque para él no hay palabras inocentes cuando “el olvido también está lleno de memoria”. Más en épocas donde a falta de debate y falsas ofensas, personas como Axat están dispuestas a no bajar los brazos. Con ansias de pelear contra la poesía que se autodenomina “apolítica”, los Detectives Salvajes de La Plata se levantan para hacerle honor a Bolaños, Pizarnik, Rimbaud; a todos aquellos que quieran saltar la etapa nihilista y apática en el arte, para volver a hacer con sus cuerpos el cuerpo del poema.

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