domingo, 17 de julio de 2011

"Rio Madre" (María Suárez Grupo, 2010)

Simpleza es la mejor palabra para definir este disco de María Suárez, dosis justa de música popular y canciones bellas, más que femeninas. La voz de Suárez encaja perfecto en la búsqueda, poética y callejera al mismo tiempo.

Guillermina Watkins

Neuquén, junio 13 (Agencia NAN-2011).-
La música no te puede pasar por alto, está ahí, esperándote, para llevarte, traerte y volver a dejarte en el mismo lugar, pero ya no de la misma forma. Por eso a veces cuesta comprender cómo a alguien le puede gustar sólo un grupo musical o, simplemente, se confiesa escuchadores pasivos de alguna FM de moda. Seamos realistas: una persona no es la misma después de sumergirse en la cadencia de algún disco musical.

Por eso hay tanta música como escuchantes en el mundo. Está el disquito para hacer la previa con algún chico/chica, está el disquito que nos lleva a algún tiempo pasado (que no siempre fue mejor), está el que nos trae buenos o malos recuerdos, el que nos remonta a un lugar, un olor, un recuerdo y están los que conjugan un poco de todo y hacen bello un momento al eternizarlo. Así, escuchar el disco de María Suárez Grupo es como ver una mañana, con una mujer caminando descalza por una casa con pisos de madera y con vista al lago, donde unas tostadas se hacen de a poco y el sol, atrevido, intenta colarse por una ventana y se refleja en una jarra con el agua más pura.

El disco dura lo que un buen desayuno otoñal: apenas un poco más de 40 minutos. Y al llegar al segundo tema surge una pregunta, ¿por qué amamos a la Epumer, a Pj Harvey o a la Negra Sosa? Es por lo mismo que podríamos (y quizás a partir de ahora) empezar a querer a esta cantante platense pero neuquina por adopción: porque puede hacer de un día de sol algo tan perfecto con su regalo: una dosis justa de música popular y canciones bellas, más que femeninas.

Río Madre fue grabado entre La Plata y Neuquén durante 2006 y 2008, y está inspirado en la maternidad y en el mundo de esta compositora que, además, convoca con su bella pluma. María Suárez logra un disco acústico, casi folclórico y fundamental, despojado de academicismos y con pinceladas de acordeones, tambores uruguayos, y los clásicos bajo, batería y guitarra criolla.

Doce temas que inician un viaje hacia el centro mismo de la feminidad: la sensibilidad ante la naturaleza, la maternidad, los miedos, el amor, la simpleza. Eso, simpleza, es la palabra que podría definir a este disco que Suárez compuso sin saber que estaba embarazada y lo denominó Río Madre. Simpleza es lo que caracteriza el recorrido de temas de esta mujer, que cautiva con su voz grave y aguda, suave pero rapaz, poética pero callejera.

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