jueves, 28 de julio de 2011

Paredes que gritan

 

Cada vez son más las paredes que lucen pintadas de todo tipo. Provocadores o no, los graffitis, los stencils y los murales dan un poco de respiro entre tanto ladrillo, cemento y campaña electoral.

Por Guillermina Watkins
Neuquén > No son un movimiento tradicional –entendiendo como movimiento a la agrupación no formal de individuos con la finalidad del cambio social-, tampoco son un colectivo unificado y menos que menos son “delincuentes o vándalos” como suelen denominarlos los portavoces del sentido común.
Los grafiteros se autodenominan de muchas formas pero hay que destacar en primera instancia que, si bien cada vez son más, aún no se conforman como un todo único.
Ovejas negras, hijos del rigor, los grafiteros que hoy transitan las calles neuquinas arrancan enojos y elogios por igual. Pero eso sí, nunca pasan desapercibidos y hacen de la ciudad un gran lienzo donde expresarse con la mayor libertad posible.
Muchos son hijos de la democracia, pero sobre todo de la televisión a través de la que se acercaron a la cultura setentosa y ochentosa de los países del primer mundo: el rock, el rap, los graffitis, los murales, el skate y el hip-hop norteamericanos. Además, tampoco les gusta que les pregunten por qué pintan lo que pintan y todos coinciden en que es mejor ver una ciudad pintada que “miles de carteles políticos que sólo generan mugre”.
Por otro lado, los stencileros, que son los que usan la técnica llamada Estarcido (aplicación de pintura o aerosol sobre una plantilla con un dibujo o frase recortada) tienen en la ciudad una connotación más política que otros grupos de expresiones callejeras. Sobre todo las agrupaciones feministas radicales que surgieron después de los '70 o los movimientos estudiantiles de Europa que usaban el stencil como forma de provocación y llamado de atención.
Así, la historia que se construye en los tiempos que corren; es la de una ciudad donde sus paredes gritan a través de carteleras, pósters y avisos corporativos o electorales. Así, los graffitis, stenciles o pintadas, por más grandes que sean, dan un respiro de color y de alegría a los ojos del peatón. En palabras de Tristán Manco, en su libro “Stencil Graffiti”, “tanta violencia de carteles invita  a una respuesta subversiva de parte de los ciudadanos”.

La ciudad como un gran lienzo
En el caso de los graffiteros, muchos se consideran parte del movimiento Hip-Hop que es más grande y que incluye a los MC (Maestros de Ceremonia, es decir, los que rapean), DJ`S (específicamente los que utilizan la técnica del Scratch con vinilos) y los break-dancers (que es la danza). Ellos, a diferencia de los murales o los stencils no dan mensajes políticos porque su irrupción histórica ya marcó un hecho político.
Su pata de apoyo fundamental fueron las rimas que hablaban de la desigualdad social existente en los Estados Unidos de aquellos años, y de reivindicaciones del sector negro de la población. Los raperos, resaltaban un rasgo auto referencial al dejar impregnadas las paredes con sus nombres, con el nombre de sus barrios y pandillas o, simplemente, con la inscripción de tipografías coloridas y en grandes tamaños.  En la ciudad, muchos son los artistas callejeros que se suman a este estilo.
“Yo pinto por el simple hecho de pintar, de hacer arte, –encabeza Ezequiel Scanu, quien también es tatuador y artista plástico- y si lo relacionan con el vandalismo es porque no ven que somos artistas y que expresarse sin límites es una de las bases fundamentales del arte. Hay artistas de muchísimo talento en este ámbito que es under, pero es arte”.
Por su parte, Juan Carlos Pereyra, fundador de “Patagonia Street Art”, grupo que reúne a diferentes artistas de las paredes, explica que “nosotros no pertenecemos al mundo del hip-hop y por eso somos “street art” porque consideramos que cualquier persona que quiera pintar y expresarse en una pared es un artista. Porque esto es algo muy marginado por la sociedad y que puedas encontrar un grupo que te brinde un espacio para pintar  es impagable. A nosotros nos relacionan con el vandalismo, con el escracho, por eso intentamos juntarnos e ir a espacios alejados para poder hacer lo que queramos”.
Los graffitis o stenciles se los pueden encontrar en algunas paredes del barrio Santa Genoveva, en Alta Barda, en Jardines del Rey, en el San Lorenzo, Mudón, Muten, en el centro y en Parque Industrial.
Muchas de ellas son obras individuales pero, en los últimos años, comenzó a darse una práctica interesante que son las graffiteadas colectivas en lugares abandonados. Como la que se realizó el 14 de mayo en un Encuentro Nacional de Skateparks en San Patricio del Chañar en el que participaron más de 20 artistas, o la convocatoria del domingo 29 de mayo en la que los chicos y chicas de Patagonia Street Art coparon una fábrica abandonada cerca del Parque Industrial. En esa ocasión no fue sólo el graffiti el que copó la parada, también las chicas de “Mis Ojos” realizaron murales en varias de las paredes y SoPa se encargó de llenar de personajes las paredes grises.
“Las fábricas abandonadas son como nuestro lugar porque nos encanta tener mucho lugar para pintar. Queremos plagar de colores las paredes. Cuando las paredes tienen dueño, les pedimos permiso para mejorárselas y muchas veces nos dan el permiso porque nuestros graffitis van por el lado estético, no queremos llenar de cosas negativas un mundo que ya está negativo. Siempre es preferible el color”, agrega Gonzalo Michel, también miembro fundador de Patagonia Street Art.
Por su parte, Alex Heduvan, que también es un MC del grupo de rap “San Lorenzo City”, agrega que “a veces pintamos de noche, de manera improvisada. Si bien siempre es mejor coordinar con un grupo por el tema de los materiales o para hacer algo más grande, cuando tenemos un paredón enfrente que está bueno, lo pintamos. Por eso a veces nos relacionan con el vandalismo. De todos modos, no lo hacemos en paredes privadas, sino en espacios que son de paso”.

Arte para liberarte
Quienes graffitean también están relacionados con otras expresiones artísticas. Muchos son diseñadores gráficos, otros tatuadores, dibujantes, artistas plásticos, caricaturistas o atrevidos que, sin estudios y por amor al arte, se van metiendo en el gran mundo del color con intenciones de convertirlo en algo más grande.
Es el caso de Heduvan, que llegó al graffiti al declararse como hip-hopero. Hoy, un proyecto más ambicioso lo encuentra como director: “Graffiteando el Futuro”, con el apoyo de la Fundación Banco Provincia,  que reunirá a partir de este mes, a más de diez artistas de distintos puntos de la ciudad par pintar el paredón del Cpem 23. “La idea es pintar esa cuadra y media de paredón para empezar a embellecer la ciudad y después trasladarnos a otros lados, a Plottier, Centenario, Cinco Saltos, etc.”
Otras experiencias de este estilo se pueden encontrar en San Martín de los Andes de la mano del grupo “Los grandes Atorrantes”, una pandilla urbana que se reunió para pintar muros. “El grupo se fue haciendo tan grande, una comunidad hip-hopera, y organizamos un “Festival Patagónico de Hip Hop” donde vinieron bailarines a dar talleres gratuitos, Djs nacionales que hacen scratch, etc.”
“Los Grandes Atorrantes” llegaron a conseguir que el Cuerpo Legislativo de San Martín, debatiera sobre la creación de un marco normativo que regule la actividad, ya que no existe nada que autorice el desarrollo de prácticas de muralismo. Así, los “atorrantes” lograron que les cedieran algunas paredes de la ciudad para pintar y que el graffiti sea considerado de interés urbano y de la juventud.

El stencil político
El  estarcido (o stencil), tiene como particularidad el relacionar arte con una forma de discurso y abre la puerta a un diálogo entre el artista y el público. Son, quizás, más provocadores que los graffitis porque al tener un fuerte mensaje, afectan el curso cotidiano de los peatones a partir de la “denuncia” y provocan una respuesta en el observador. Sus imágenes están cargadas de gran poder desde lo icónico, lo simbólico, lo humorístico, lo irónico, lo político y lo comunicacional y son fáciles de reconocer porque saben conjugar arte y política de una manera única.
“Yo empecé cuando tenía 15 años y aprendí sola –comenta Mariel Arriola, fundadora de ETC Stencil-. Así formamos el grupo porque no teníamos una temática puntual, a veces hacíamos cosas políticas, otras veces no, hacíamos cosas abstractas y a veces no. No teníamos un mensaje único en ese momento. Nos gusta decorar la ciudad con otro tipo de mensajes sobre todo positivos”, comenta Mariel Arriola quien hoy está radicada en La Plata.
Por su parte, las chicas de la colectiva feminista “La Revuelta”, son un claro ejemplo de cómo causar un efecto en el público con sus stencils que siempre forman parte de intervenciones callejeras para fechas como el Día de la mujer o el Día contra la violencia hacia la mujer. Así, con sus stencils pretenden desmantelar todas las jerarquías relacionadas a lo que está instalado en el discurso de la sociedad, sobre todo “lo relacionado a la heteronormatividad, es decir, a la identidad de género y la discriminación”, asegura Ruth Zurbriggen, de esa organización.
Tanto el graffiti como el sténcil y todo tipo de arte callejero  o muralismo, son provocadores. Irrumpen entre los ladrillos, las paredes blancas y las edificaciones públicas o privadas para darle color a las calles y aportar, entre tanto ruido y obligaciones cotidianas, un momento de pausa y respiro para los ojos que se dejen llevar por su ola de colores.

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