martes, 19 de julio de 2011

Parkour: adrenalina y destreza

También llamado “el arte del desplazamiento”, la disciplina suma cada vez más adeptos en la ciudad. Esfuerzo físico, capacidad deportiva y audacia son los condimentos esenciales.
 
Neuquén > Trazar otros caminos para andar que no sean las clásicas veredas puede ser posible. Ya lo habían soñado Hanna-Barbera, creadores de Supersónicos, cuando estipulaban que algún día los platos voladores trazarían rutas en el espacio u otros dibujos animados que plantearon una vida bajo los suelos. Ni los unos ni los otros, los traceurs –como se denomina a quienes practican parkour- han fundando una nueva forma de moverse en el espacio público sin molestar a nadie (o a casi nadie), utilizando la arquitectura de las ciudades, y también sus espacios verdes entre los que entran hasta los árboles.
Y aunque las terminologías que lo definen puedan sonar lejanas, este deporte extremo comienza a sumar cada vez más adeptos en la ciudad y hay chicos que ya son “traceurs profesionales” a pesar que no existe una legislación que los contenga y las reglas sean más por “sentido común” que algo institucionalizado.

No dejar de moverse
“Cuando yo empecé no había nadie haciendo esto en Neuquén y hoy somos más de veinte chicos que nos juntamos a practicar”, agrega Lucas Ortiz, traceur originario de la ciudad que, como el inventor del parkour, David Belle, marcaron un antecedente en sus ciudades.
Belle, como un superhéroe sin telas arañas ni la ayuda de ningún dibujante, creo el parkour en Francia inspirado por el  “Método Natural” de Georges Hebert, que era usado en los ejércitos. La idea se basó en superar los obstáculos naturales usando sólo el cuerpo y adaptándolo a una forma urbana. Saltar, nadar, correr. En fin: resistir cualquier adversidad.
Así se fundó un movimiento de personas que no temen desplazarse en las arquitecturas y sus estructuras, deslizándose libremente por cornisas, paredes, techos y ventanas ni hacer sus sugestivas piruetas. Pero el parkour no es ni danza, ni acrobacia ni nada de eso: es un poco de todo y a la vez,  habla su propio lenguaje.
Se busca el movimiento constante, la fluidez y la rapidez. Los obstáculos tienen que ser pasados con naturalidad y permitir que el traceur siga su trayecto de manera constante, sin frenos.
Como todos los deportes y destrezas, las cosas se mejoran con la práctica, pero acá también se ponen en juego el ánimo y la audacia. No hay quién tome parcial ni pruebas, simplemente es la persona quien decide hasta dónde ir avanzando y avanza, y por eso además de ser un deporte físico, es un deporte mental. Y también una “forma de vida” una “filosofía de la autosuperación” porque se ve el mundo desde diferentes perspectivas, según dicen los que lo practican.
“El parkour además de ser una actividad física es una actividad mental que te ayuda a despejar, a sentirte más fuerte porque es un deporte bien completo”, agrega Ortiz.

Adrenalina y responsabilidad
Parkour, que significa camino o ruta, implica una responsabilidad por parte de quienes lo practican ya que en la ciudad no hay quienes lo enseñen. Lucas Ortiz no da clases pero es el encargado de orientar a muchos de los chicos que se suman cada domingo a las torres donde practican. La práctica, al no estar legislada, corre por cuenta de quienes lo realizan y, muchas veces, tienen que coordinar con los vecinos y porteros de la zona céntrica donde se juntan para poder practicar tranquilos. Muchos aseguran que prefieren verlos practicando que “gente tomando alcohol”, y otros no quieren saber nada.
Los traceurs más expertos aseguran que es fundamental tener una preparación física fuerte como para poder sostener los movimientos. “Nos juntamos 3 ó 4 horas por fin de semana pero también salimos a correr y a saltar por las bardas para poder estar bien físicamente. Este deporte no es cuestión de largarse, primero hay que estar preparados sobre todo para no sufrir lesiones que podrían evitarse”, agrega Lucas Ortiz.
Es fundamental, entonces, saber que la responsabilidad corre por parte de cada persona que quiera probar las técnicas. Los practicantes aseguran que es “uno quien sabe hasta dónde puede llegar, a qué se anima y a qué no” y si bien todos los deportes tienen sus riesgos, el parkour de los más profesionales puede llegar a tener riesgos que tienen que ver con el medio en el que se desenvuelven.
“Con el parkour uno puede cometer un pequeño error del que podés arrepentirte toda tu vida. Yo cada vez que puedo pruebo con hacer salto más largos, más profundos, pero también me generan miedo y cuando los paso, experimento sensaciones únicas”, concluye Ortiz quién, además, tiene tatuado en su brazo izquierdo la palabra parkour y su relación con el deporte ya quedó signada para siempre.
¿Las mujeres pueden practicarlo? Claro, como todos los deportes, sin embargo no muchas se acercan a hacerlo porque los deportes de fuerza y resistencia no son los más elegidos por ellas.

Los movimientos
El movimiento es constante, volviendo el cuerpo una herramienta útil. No existen reglas y su lema es “Ser y Durar”, donde no hay que ponerse en peligro inmediato sino ir superándose cada día sin competir con el resto. Se requiere, entonces, de un cuerpo atlético y de una mente audaz que no le tema al dolor ni a las caídas. Pero a la vez es muy accesible porque sólo se necesita el cuerpo.
No es un espectáculo ni mucho menos vandalismo (como suelen denominarlos) sino un deporte que combina muchas disciplinas. Los saltos, las caídas, movimientos como el gato, el de precisión, el pasavallas, el doble gato, el pasamurallas, los rolls, los rompemuñecas, entre otros. Movimientos donde el cuerpo entero se ve involucrado y que son la base del parkour.
Asimismo, cuando se va ganando experiencia, hay movimientos de rotaciones del cuerpo en el aire como mortales, frontlips, backflips, wallflips, aerials y más.

La historia de los "Ninjas urbanos"
Se han realizado varias producciones cinematográficas sobre esta práctica que se inició como una actividad de pandillas, en muchos casos, para escapar de la Policía.

Neuquén >
Se los llama “ninjas urbanos” o “samurais de los tiempos modernos” según los retrató Luc Besson en su película Yamakasi (espíritu fuerte), donde se contaba la historia de un grupo de ladrones que usaban sus habilidades acrobáticas para escapar de las manos de la Policía.
Y, justamente, David Belle su creador, fue convocado para participar de otra película de Bassin sobre el tema.
Es claro que si hay algo que le dio la fama a Belle fue la disciplina creada que, en definitiva, estuvo inspirada por la labor de su padre en el Ejército Francés para lo que fue el conflicto en Vietnam, donde el Belle mayor se destacó por sus aptitudes físicas.

"Nada te puede detener"
Así, la historia del parkour se convierte, en definitiva, en la historia de este personaje que afirma que “antes de ser un deporte es un método natural para desarrollar todas las cualidades que son naturales al cuerpo humano: incrementar la fuerza, la agilidad, la velocidad y el poder dónde sólo se necesita un par de joggings, una remera, unas zapatillas y a uno mismo. Nada te puede detener”.

1 comentario:

Li dijo...

buen informe!!!...preguntas respondidas!!!